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Fue un error torpe el que le hizo azotar su cabeza con el estante; un dolor nervioso bajando por su nuca

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Fue un error torpe el que le hizo azotar su cabeza con el estante; un dolor nervioso bajando por su nuca. Había tan poco espacio que aún luego del golpe no podía separarse de la estantería.

- Shh... - rio coqueta y divertida. Sintió su mano viajar al golpe y consolarlo tontamente. - Eres más tonto de lo que recordaba.

- Auch - ella rio por lo bajo apegándose a él. Las palabras eran susurradas, bajas junto con el miedo de ser oídos, el miedo de ser descubiertos.

- Ya, quédate quieto. - Pegó nuevamente sus labios. Torpemente esas manos suyas hacían lo que podían. El aire ya escaseaba. Tenía que respirar. - Dios, creí que ya no jugabas a hacerte el difícil.

- No lo hago.

Ella rio por lo bajo, ahogando su risa en el mar de cercanías. Había poco espacio para saber dónde terminaba uno y el otro. Él se rindio ante el infructuoso intento de separarse.

- Entonces ven.

La beso él esta vez, aprovechando uno de los pocos momentos que tenía. Había pasado un tiempo y todos sus sentidos estaban más atentos, nerviosos y expectantes. Giovanna sabía lo que hacía y parecía tener tanta confianza y seguridad como demostraba. Ella guiaba y en el poco espacio, danzaba. Casi podrían olvidar el resto.

Hasta el pequeño papel que se deslizó por debajo de la puerta.

- ¿Qué es eso?

- ¿Qué? - preguntó cuando se separó. Él le señaló con el mentón al suelo, como pudo, pero ella le restó importancia e intentó volver al beso. - Ya, da igual.

Ignorarla era mejor opción cuando la curiosidad molesta al gato, y tuvo que agacharse en el poco espacio y la peor habilidad para tomarlo con una mano. Apenas pudo rozarlo con la punta de los dedos, estirándose cuando la pelinegra intentó dejarle espacio.

- Dios, no...

- A ver, espera.

Ella bufó, y sencillamente lo tomó con flexibilidad y elasticidad. Él volvió a su lugar, viendo cómo la chica tomó el papel y lo dio vuelta una vez, observandolo con cuidado. Entonces su mente, la de él, se imaginó en un segundo de qué podría tratarse. Él vio que entro por debajo de la puerta y no sólo apareció. ¿Qué era? ¿Una invitación? ¿Tal vez un "salgan ya de ahí"?

Pero no pudo desarrollar la idea cuando vio que la chica sólo profundizó su ceño fruncido, en su rostro él leyó rapidamente el asombro y, por sobre todo, el miedo.

- ¿Qué es? - la chica no le respondió pero en un brusco movimiento abrió la puerta con todo y salió del pequeño almacén, con el papel en la mano. - Gio... - se escapó de sus dedos.

La chica se quedó rígida viendo hacia el corredor, tensa y perpleja, como nunca antes la había visto.

- No puedo creerlo.

Rapsodia Ⓩ ZODÍACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora