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Comenzaba a volverse una rutina

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Comenzaba a volverse una rutina. Siempre, después de cada link, pasaba horas estudiándolo. Eso no era nada nuevo. Su mente funcionaba como un equipo de engranajes, y cada uno debía alimentarse de nueva información cada semana. Y, con todo el contenido nuevo, Ender se sentía como si no pudiese descansar dos segundos porque podría perderse de algo. Ojos bien abiertos, atento, expectante. Leía cada línea con sumo detalle.

La reunión del jueves también ayudaba. Necesitaba ver las reacciones de los demás, qué les hacía sentir, si era una sorpresa, o no. Cómo eran aquellas personas. Él se conocía a sí mismo, y podría decir que, por lo menos en parte, conocía a Leo. Era muy importante saber a qué clase de personas atacaba el proyecto. Además, si algo había tenido en mente Ender desde el inicio, era que existían dos realidades capaces de separar: cómo eran, y cómo creía el resto de la escuela que eran.

Esos eran sus dos principales engranajes. Sin embargo, más allá de todo el análisis que podía llegar a hacer; de la teoría, de crearse el papel de un personaje, los rasgos y características que seguramente tenía la persona detrás del blog - nada eran pistas exactas. No podría dar con el culpable así como así. La persona no tenía un nombre aún. Y sin culpable, no había venganza.

Cuando la encontró, no supo qué hacer. No sabía si era emoción, felicidad, o por fin un poco de satisfacción de haber encontrado algo que verdaderamente podía ser un paso a su objetivo. Era tan obvio, estaba tan a simple vista. En su afán por burlarse y exponer a Ander, habían dejado una clara pista en el blog. Mencionaban un chico con el que habían estado. No decía nombres ni apuntaba a nadie, como si quisiera restarle importancia. Pero Ender debía tener en mente el contexto. Esto no era un rumor que se había propagado por la escuela. Esta persona no había compartido la información con medio mundo, porque de ser así, todos lo hubieran, por lo menos, sospechado antes. La escritora había tenido acceso a información privilegiada, que nadie en el resto de la escuela tenía. Y, en ese caso, sólo podría ser porque el involucrado fue quien lo compartió con ella. Era una clara pista, pues si ese chico sólo le había contado a un puñado de personas, y tal vez, una de esas personas le había contado a dos o tres...

Ender sentía que si tiraba del hilo entre sus dedos llegaría muy lejos. Lamentablemente, cuando una bombilla invisible se prendió sobre su cabeza, entendió que no era algo que podría hacer sólo. El chico tenía la clave de con quién había hablado, quién podría saber de su secreto. Sólo que Ender no sabía quién era el chico. El blog había obviado su nombre con muy poca sutileza.

Pero había alguien que sí sabia. La única otra persona que estuvo presente cuando pasó.

No iba nunca a las gradas. En realidad, nunca salía al patio. La escuela eran un par de aulas y con suerte la sala de teatro, para él. Pero esta vez tenía algo en mente, y no le fue difícil encontrar a Ander Boyce sentado fuera, lejos de su equipo de Hockey. A veces, para entrar en calor, o como ejericios de resistencia, el equipo de hockey se quedaba en los campos exteriores, recorriendo el alrededor en una maratón interminable, cuando la hora normal de entrenamiento terminaba. Esto no era algo de lo que Ender estaba enterado, no realmente; pero unió los cabos con observar a los jugadores bañados en sudor entrar a los baños o saliendo por las puertas de los pasillos.

Rapsodia Ⓩ ZODÍACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora