- Perdón, con permiso. - Anunció a la multitud de personas mientras se abría paso entre ellas, caminando entre las piernas de las que estabas sentadas, algunas atándose los botines, acomodando algún vendaje o el borde de la media.
El ambiente estaba cargado de ruidos y desorden, las chicas conversando entre sí, las bocinas del estadio retumbando con la voz de una de las chicas voluntarias que presentaba el partido (alguna conversación innecesaria sobre el clima de la noche, que Sam no pensaba prestarle un mínimo de atención). Había cierto bullicio viniendo de las tribunas, un vivo público que se podía sentir desde su lugar. Se apresuraba, botines colgando por los cordones en una mano mientras se disculpaba por el estrecho pasillo hecho por dos hileras de bancos. Al pasar, alguna de las chicas le saludaba y otras se sorprendían en voz alta de verle.
Se dejó caer en la banca cuando llegó a su sitio, dejando salir todo el aire y golpeando la espalda contra el respaldo de plástico.
- ¿Sam? - No tuvo que fijarse a su derecha para notar a Charlie, con la cabeza tildada regalándole toda su atención, cejas en alto, sorpresa. - ¿Recordaste que eras parte del equipo?
- Charlie, soy el equipo. No te preocupes. - Contestó en falso alarde, mientras se apresuró en colocarse los botines. La mayoría ya estaba lista. La entrenadora aún no la había visto, y cuando lo hiciera sería mejor si Sam estuviera completamente preparada, para tener menos razones para echarla. Probablemente no debería estar allí, Sam lo sabía y estaba probando los límites de su suerte.
- Sam, ¿estás bien? - Una preocupada Laura le preguntó a su izquierda, acomodándose el cabello en una coleta. Sam no quiso mirarle fijo, pues podía imaginarse el rostro de la preocupación; y no podría decirle que en realidad no le había pasado nada malo, ni tenía una razón viable para lo que hacía. - No viniste a los últimos entrenamientos.
- No tenía ganas - respondió, y tal vez esa no era la sinceridad que el momento ameritaba. Ya estaba dicho, de todas formas.
- Ahora que la entrenadora no te vió siquiera en las gradas se ha olvidado completamente de tí. - Charlie le molestó, volviendo a su quehacer. - Es de mi completo desagrado informarte que no estás en el equipo titular.
- De ella, no me sorprende.
- No digas eso - dijo Laura.
- Ahora voy a depender únicamente de mi talento. - Sam dijo, acomodándose las medias hasta que taparan la protección. Agachó la cabeza falsamente, fingiendo desesperanza. - Estoy perdida.
Esperaba estar fingiendo. No estaba llegando al primer partido de la temporada de la mejor manera. Desapareció en tres de los últimos cuatro entrenamientos, sin contar la cantidad de veces que permaneció sentada en muchos durante el año porque simplemente no se sentía con la motivación suficiente como para intentar.
Ese día, algo encontró en su interior, aunque tal vez fuera un sentimiento más parecido al compromiso que otra cosa. Era un evento importante, y no iba a perdérselo. No le fue fácil, pero encontró la forma de presentarse, tras tanto convencimiento a sí misma de que valía la pena hacerlo. Después de todo, más allá de los desacuerdos y su vagancia, una esperanza en lo profundo de su ser, eternamente presente, esperaba entrar al campo aunque fuera unos minutos. Nunca era titular, de eso estaba acostumbrada, pero la entrenadora solía rotarlas mucho para que cada una tuviera un tiempo de juego, si es que la situación en campo lo permitía. Esa pequeña fe, la había motivado lo suficiente para dar por finalizada (o por detenida, momentáneamente) a su racha de ausencias.
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Rapsodia Ⓩ ZODÍACO
Teen FictionInspirada en ESA escena de Mean Girls. En una escuela privada del sector rico de un país primermundista, los adolescentes se encuentran con mucho tiempo libre. La creación de chismes a través de carteles en los pasillos de la escuela y por una págin...