Laura había tenido un loro de niña. Tenía las plumas de la cola repletas de diferentes colores, con los que se pavoneaba de vez en cuando en su jaula cuando su paciencia se acababa y rogaba por un poco de libertad golpeando su pico entre los barrotes. Por mucho tiempo había sido el único amigo que tuvo, y siempre que requería de su grata compañía el loro se posaba en su hombro y le decía al oído todas esas frases que ella misma repetía en el día.
A veces, muy pocas veces, cuando los vecinos tenían esas fiestas de niños y los gritos llenaban la cuadra, el loro grababa esas palabras y por fin Laura dejaba de escuchar su propia voz.
Desde el momento que comenzó la secundaria, cuando se hizo visible por su apariencia y su fácil forma de llevarse con las personas, la voz del loro estuvo en la boca de todos, con esa misma repetición que si fuera de mecha corta la agotaría rápidamente.
Siempre fueron las mismas palabras. Falsa, tonta, superficial, materialista. Todos creían que fingía cuando era amable, y cuando velaba por la justicia e igualdad. Según sus amigos, no muchos hablaban. La mayoría le tenía un gran estima por su forma de ser; de otra forma no hubiera sido reina de los bailes de invierno por dos años seguidos, y la favorita para el baile de graduación aunque el año recién empezara.
Mas habían personas que sí hablaban. Pocas o no, lo hacían. Pero Laura no podía decidirse si prestarle atención o no. A lo largo del tiempo se acostumbró a que los insultos fueran siempre los mismos, y ya no tenían peso alguno. Por el momento, debía mantenerse en esa posición, de no importarle. Quien sea que empezó con aquel lío, podía ser cualquiera; de todas formas las palabras eran las de un loro.
Lo que no le gustaba era ver a algunos de sus amigos y personas que conocía pasar por aquella injusticia. Había visto el típico insulto de base completamente sexista, hacia Giovanna Hade, la chica que ahora mismo estaba sentada en las gradas con sus piernas cruzadas y separada del resto del equipo de porristas, mascando un chicle y con la mirada puesta en otro mundo; seguramente donde no tuviera que lidiar con esos problemas. Si Laura intentaba ser calmada y equilibrada, Giovanna era lo contrario, y seguramente se estaba carcomiendo las ganas de reaccionar.
O como Andy, la niña que rápidamente había subido al puesto de líder en el equipo, incluso aunque no fuera de último año. Cuando la última se fue tuvo que acercarse a ella para hablarle sobre el arreglo que tenían. Desde hacía ya un año que habían intervenido con el director y la entrenadora para que las animadoras (que inútilmente habían sido asignadas al equipo masculino, que no tenía ni la mitad de seguimiento que tenía el equipo de Laura) y amablemente fue ella quien le explicó todo ese asunto a la niña, cómo habían logrado un avance tan importante para ellas. Lamentablemente, también la tuvo que preparar para el hecho de que muchos sólo irían a los partidos para ver los trajes y las piernas descubiertas.
Ahora se lamentaba de que no la hubiera preparado para las horribles palabras que decían esos papeles sobre ella, aunque ese no fuera su trabajo. Sin embargo, algo necesitaba hacer; no podía quedarse de brazos cruzados ante esa situación tan injusta. Personas como Andy, que parecía ahora súper distraída, intentando dirigir a su equipo como si no tuviera tantos problemas en su mente ahora mismo.
ESTÁS LEYENDO
Rapsodia Ⓩ ZODÍACO
Teen FictionInspirada en ESA escena de Mean Girls. En una escuela privada del sector rico de un país primermundista, los adolescentes se encuentran con mucho tiempo libre. La creación de chismes a través de carteles en los pasillos de la escuela y por una págin...