Normalmente, cuando era el horario del almuerzo, había una sola cosa que Tia hacía, y era encerrarse en su oficina y trabajar. No había nada que ella disfrutara más que el silencio, la soledad, la tranquilidad de aquel lugar. Era su sitio en el mundo, junto con sus ideas, sus pensamientos y sus palabras. No le importaba comer sentada en el suelo sobre una pila de papeles o el aroma de algunos garabatos que habían tomado la humedad de alguna bebida que hubiera derramado en algún momento.
Incluso, prefería esas pequeñas imperfecciones a tener que presentarse en una sala, relativamente pequeña para la cantidad de gente que pretendía albergar. Repleto de personas, empujándose en la fila para servir la comida, peleándose por sitios en las mesas, los estudiantes juzgando con la mirada y gritando, hablando en voz alta y cuchilleando.
Sin embargo, ahí se encontraba, caminando directamente al comedor. Fue tan estúpida, la forma en la que había olvidado llevar su almuerzo desde casa ese día. O comprar algo en el camino. O cualquier cosa, en verdad. Pero no, y luego de sentir su estómago rugir del hambre, acostumbrado a su rutina en la hora del almuerzo, tuvo que rendirse ante su propia naturaleza y dejar su aislamiento.
No era tan terrible; después de todo Tia no era una persona exactamente dramática. Podía ir, tomar su comida e irse. Le molestaba tener que hacerlo por un simple error y le molestaba la gente que había cuando llegó. También le molestaba el ruido que había allí, como si nadie fuese lo suficientemente civilizado para hablar de otra forma que no fuera con gritos. Pero, de acuerdo, no estaba tan mal. Llegó viva a la fila de la comida, luego de tomar una bandeja.
En cierto momento, cometió el error de mirar a su alrededor; a las mesas detrás, a las personas que ya estaban comiendo sentadas. No reconocía a nadie. Había una única mesa en el centro con varias personas usando la chaqueta del equipo de hockey, y las chicas tenían el atuendo de animadoras. Se podía notar esa diferencia, pero después de eso, no sabía reconocer a nadie más. No podría señalar qué grupo estaba en cada mesa. Pero las actitudes en cada una resaltaban sin problema. La mesa en el centro era ruidosa, con tantas personas que no cabían en los asientos. Otras estaban completamente en silencio, tal vez con sólo dos personas o tres.
Avanzó un poco en la fila y una voz le llamó la atención, entre el ruido molesto de toda la sala. Habían un par de chicos en su fila, justo detrás, y algo de la conversación que estaban teniendo llegó a sus oídos.
- Y hay muchas personas así aquí también, no debe ser el único. - Uno de ellos dijo, tono de voz claramente en la burla, entretenido. - Ahora es una moda.
- Y se supone que debemos actuar como si Ander Boyce fuera normal. Qué ridículo.
Tia quedó mirando sobre su hombro, escuchando la conversación. Cuando los chicos dejaron de mirarse entre sí, uno de ellos notó que la rubia los miraba fijamente. Juntó las cejas y le miró extraño. A Tia no le importaba lo que pensara, o si sentía que no debería escuchar porque su conversación era privada. De haberlo querido, no deberían hablar tan alto, o decir cosas tan estúpidas. Seguramente, no deberían decirlo en un lugar público.
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Rapsodia Ⓩ ZODÍACO
Teen FictionInspirada en ESA escena de Mean Girls. En una escuela privada del sector rico de un país primermundista, los adolescentes se encuentran con mucho tiempo libre. La creación de chismes a través de carteles en los pasillos de la escuela y por una págin...