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Bajó la pantalla del móvil para ver su realidad

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Bajó la pantalla del móvil para ver su realidad. No era tan fácil como Wiki How le había dicho. En primer paso, ¿por qué no eran tan distinguidos los grupos? Cora supuso que lo vería como en todas las series y películas sobre la secundaria, pero no estaba, esa no era como todas las escuelas de su ficción. No habían líneas divisorias ni filtros de imagen sobre las diferentes mesas. Todas se veían iguales: blancas, circulares, con muchos estudiantes vestidos con su indumentaria obligatoria. No sabría decir quiénes eran de los que se tenía que alejar o cuáles eran los deportistas; no había una mesa que gritara "pre-cast de Glee" ni una con los niños más adinerados.

Así estaba muy difícil elegir cómo empezar su vida escolar.

No había empezado hace mucho, aún se perdía por los pasillos y todavía no formaba un grupo de amigos fieles con los que siempre contar. Habían personas que me hablaron sin pudor cuando ingresó, pero extrañamente ese día no le habían hecho mucho caso. Tendría que intentarlo o resignarse a una mesa solitaria de nuevo.

Escaneó la cafetería en busca de Viggo. Sabía que les habían tocado los mismos horarios de almuerzo, y aunque el chico no parecía quererla cerca, eran familia, y la familia siempre estaba como opción. Lo encontró en una esquina, sentado en una mesa pequeña y prestándole más atención al ventanal que a su comida. Traía una chaqueta de las suyas, grande y holgada que le tapaba el uniforme y mágicamente las autoridades no le decían mucho (algo le decía que ya lo habían charlado y que el Denzer se habría zafado con alguna excusa sobre el frío de las aulas).

Daba igual, eso no le llamó la atención. Lo que sí le llamó fue su aspecto. Dios, parecía que una mesa sí estaba bastante definida. Su hermanastro se veía literalmente como el marginado de la escuela. ¿Quién lo hubiera dicho? Con su historial de bicampeón del intercolegial de hockey y el año que tuvo que repetir, creyó que sería esa clase de chico que todos respetan. Pero esta imagen era todo lo contrario, tanto que además de su sorpresa, a Cora también le daba mucha pena. No podía verlo así, tan solitario. Como un cachorrito al costado de una carretera, y Cora no pudo más con su última referencia. Para algo estaba la familia, y no lo iba a dejar solo.

- Hey, perdona - sintió una mano tirar levemente de su falda, deteniendo su paso cuando al fin se había decidido por una mesa. Giró para mirar, malabareando con su bandeja y su teléfono en sus manos. Una chica rubia, tan joven como ella (aunque no recordaba haber coincidido en alguna clase) la miraba con una gran sonrisa. - ¿Tú eres Cora Chisolm?

La morocha parpadeó un par de veces, tan tomada por sorpresa que no pudo reaccionar por unos segundos.

- Ah, eh, sí.

- ¿Quieres sentarte con nosotras? - habló rápidamente la chica, como si alguien fuera a robarle las palabras si no las soltaba ya.

Rapsodia Ⓩ ZODÍACODonde viven las historias. Descúbrelo ahora