Gio ? -
estás bien? -
Para muchos era muy poco. Luego de experimentar junto a ella ese trágico suceso, podría haberle dicho mucho más. Sin embargo, para las personas que conocían a Viggo Denzer, era suficiente. O por lo menos creer eso le hacía sentirse mejor.
Giovanna no debía preocuparse mucho de todas formas. No tenía por qué hacerlo. Más allá de la vida que llevaba, ella había decidido de qué forma hacerlo, y nunca había sido discreta, como Viggo siempre le habia criticado cada que hablaban, que no era muy seguido. No podía jactarse de tener siempre la razón, pero cuando se trataba de sus amigos, no entendía por qué lo hacían cómo lo hacían si hacerlo correctamente era tan fácil. Él se lo había advertido, que no ser discreta iba a llevar a todos a hablar.
Pero tal vez debería ser más suave. ¿Por qué siempre se le hacía tan difícil tratarlos bien? Era una persona tan asquerosa sin siquiera intentarlo. Claramente Gio estaba dolida, y lo único que podía hacer era mandarle un par de mensajes con tan poco esfuerzo y dedicación, que podría de paso no importarle en lo absoluto. Esperaba que Gio fuera lo suficientemente inteligente como para recordar que así era él, incómodo y extraño.
Guardó el teléfono en su bolsillo cuando llegó al portón de su casa. La reja de entrada entretejía enredaderas que aún no cedían a la época, y el camino de grava llevaba a una linda casa, enorme, de dos pisos y un extenso ático.
Era tan tedioso como cualquier cambio. Las pocas ramas ya secas de las enredaderas le arañaban la chaqueta al pasar. El patio era más pequeño y angosto que la antigua casa, tan reconocida por las fiestas que había hecho en ella. Esta no traía la sensación de hogar, ni comodidad; le irritaba y malhumoraba incluso. No quería que fuera así, pero lamentablemente nunca tuvo el don de controlar lo que siente.
- ¡Ah, hasta que te dignas en llegar! - No miró hacia el comedor, de donde venían las voces. El ambiente estaba cargado con el aroma de la cena, pero le asqueaba y poco apetito tenía luego de un día así.
- Hola.
- Hola, Viggo - respondió Marie, podía oír la sonrisa en su voz, pero no quería mirarle. Si no lo hacía, podía fingir que no estaba allí. Seguramente quedaría mal con ella, y le arruinaría las pocas ganas de ser de verdad amable con él, pero no podía hacerlo. - La cena ya está lista, te guardamos un plato.
- Y menos mal que lo hicimos, Dios sabe cuándo pensabas llegar.
- Hey...
Viggo finalmente miró al grupo. Parecían una familia feliz, y aunque se mataría por el pensamiento tan básico, y juraba que no quería victimizarse; pero sentía que eran una familia feliz, y él podía arruinarlo. Su padre, su nueva esposa, quien en poco tiempo había conocido, y su hija, una chica que cualquiera le restaría años por esa actitud de niña menor consentida. No, él no podía encajar ahí.
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Rapsodia Ⓩ ZODÍACO
Teen FictionInspirada en ESA escena de Mean Girls. En una escuela privada del sector rico de un país primermundista, los adolescentes se encuentran con mucho tiempo libre. La creación de chismes a través de carteles en los pasillos de la escuela y por una págin...