Era un sentimiento extraño, y Ander no era bueno con las palabras. ¿Qué sentía al pasar por los pasillos, al oír el cuchillear, las risas, las burlas? Sentir miles de ojos encima, pero por primera vez cargados de prejuicio, de odio, de asco. ¿Por qué había ido? Tampoco podría responder. Una parte de él pensó que era imposible que la gente lo creyera. Otra parte le daba igual. Él no era eso. No. Y no tenían pruebas. Nadie lo había escuchado en el campamento del verano pasado. Nadie lo había visto con...
Y acaso, ¿de pronto todo Mudrose se olvidaría de su reputación? De que podría explicarles con un sólo movimiento de su muñeca, el puño cerrado, que no podían hablar a sus espaldas. ¿Acaso olvidaban quién era él?
Habían sido años de mantener una reputación. Habían sido años en los que aprendió y enseñó que a Ander Boyce había que respetarlo. Porque se lo merecía. Porque sino, habrían consecuencias. Lo había demostrado miles de veces. Él seguía siendo esa persona. Pero, ¿por qué lo miraban como si ya no diera miedo? ¿Como si fuera uno más? Algunas miradas de burla, algunos chicos que nunca reconocería porque parecían tener menos vida social que un cadáver, mirándolo con repulsión. Ander lo podía sentir. Sabía qué eran esas miradas. Otras, soltaban risillas cuando pasaba; observaban con toda su atención, por entretenimiento, por chisme, por vaya a saber qué más. Ander sentía el asco, el rechazo. Él también lo rechazaría. Si fuera alguien más...
- Siempre fue un idiota, al parecer también era un marica.
Apretó la mandíbula y la mano en su morral. Siempre se guiaba por su instinto, y el sentimiento que sintiera estaba primero. Sentía el cosquilleo en manos y pies, listo para reaccionar, pero por primera vez, era como si no pudiera hacerlo. No sabría qué decir, no sabría cómo actuar. O si podría ganar una pelea, contra todo Mudrose.
- Nunca fue nadie.
- Es un idiota... y un raro.
Hablaban a sus costados como si no estuviera. Apenas lograba oírlo. Eran murmullos, silencionados por la expectación, por la tensión del observador y el juez sin martillo.
- ¿Él y Pete? Quiero vomitar de sólo pensarlo.
- Pobre Pete, enterarse así...
Y ese nombre. Y junto con el suyo. Con ese sentido de fondo...
Asco. Su figura estaba completamente arruinada. Si lo creían, si creían, una mentira.
- ¡Siempre lo supe! Tenía un... algo.
Se detuvo en un paso y su zapatilla resonó contra el suelo. La niña del primer año saltó en su sitio cuando Ander se volteó hacia ella, mandíbula apretada y la ira en su rostro. La chica tenía los ojos desorbitados, y rápidamente se llevó una mano a la boca como si se arrepintiera de lo que había dicho (o de haber sido escuchada).
- Wow, eso le dolió...
Alguien más murmuró, y a Ander le llegó fuerte y claro. Su puño se deshizo y de pronto volvió a ser consciente de su alrededor. Todos le observaban. Le juzgaban. ¿Si reaccionaba, era mejor o peor? ¿Por qué estaba midiendo su cada movimiento o siquiera, pensándolo?
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Rapsodia Ⓩ ZODÍACO
Teen FictionInspirada en ESA escena de Mean Girls. En una escuela privada del sector rico de un país primermundista, los adolescentes se encuentran con mucho tiempo libre. La creación de chismes a través de carteles en los pasillos de la escuela y por una págin...