(41) Peligro andante: Suellen Swift

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CAPÍTULO 41

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CAPÍTULO 41

Peligro andante: Suellen Swift

12 de Diciembre del 2019

Descuelgo la llamada entrante de Sue mientras voy de camino al estacionamiento, para encontrarme con Iann.

—¿Sue? —pronuncio su nombre en el momento que la llamada inicia.

—Hola... ¿c-cómo estás? —podía sentir que estaba conteniendo un par de risas.

—Bien, ¿y tú?

—¿Yo? Bien, gracias... ehm... ¿qué vas a hacer hoy? —me pareció raro que preguntase eso.

—Follar —respondí con toda la franqueza del mundo.

—Ah.

—¿Quieres que te invite? —añadí de manera divertida.

—Iugh, no... bueno, no sé... uhm... yo, ¡SUMMER! —me eché a reír mientras la escuchaba parlotear—. Escucha bien, tu madre me ha pedido que te dijera que vengas a tu casa. Porque... es importante, dice... yo, nada más cumplo órdenes —enarqué una ceja—. Y que está bien que traigas a tu novio... dice.

—Ajá... —musito, encontrándome con Iann, apoyado sobre su Jeep.

Él levanta la vista y sonríe en el instante en que me ve venir hacia él.

—Summer, ven a tu casa... es importante, es el evento del año, ¿acaso no te enteras, amiga? —hundí el entrecejo—. Agh, ¿de qué me sirve fingir? ¡Estoy en tu casa, tonta!

Me paré en seco antes de saludar a Iann. Él me miró intrigado. Y yo no supe qué responder a eso.

—¡¿Qué?! —chillé y al pelinegro, que justamente planeaba fumar, se le cae un cigarrillo al suelo por la impresión.

—Sí, estoy en tu casa —reitera, un poco más calmada—. Ahora ven a recibirme antes de que me ponga a revisar tus cosas. Oh, espera... ¿es esto un condón? ¡¿POR QUÉ ES TAN GRANDE?!

—¡Por Dios, Sue! ¡No revises mis cosas! —meto la mano en el bolsillo de mi novio y busco sus llaves.

A él ni siquiera le da tiempo para opinar de la situación, porque simplemente no entiende nada. Desbloqueo todas las puertas y se las devuelvo, no tuve que decirle absolutamente nada para que entendiera que debíamos ir a mi casa.

—Tarde, ya he visto todos los pecados de tu habitación —puse una mueca—. Pero, tranquila. Que he visto cosas peores.

—Eres tremenda fisgona, ¿lo sabías?

—Seh, pero también sé que me quieres aún si soy fisgona —puntualiza.

—Cierto. En eso tienes mucha razón —coincido.

—Valeee, te veo aquí. En tu habitación —especificó en un tono pervertido.

—Más te vale no hacer desorden —le advierto.

Corazón Sin Rostro [+18] || PARTE I Y II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora