IANN

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El amor es la muerte del deber

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El amor es la muerte del deber

IANN

15 de Mayo del 2020

Vengo corriendo desde hace una cuadra, han cerrado la avenida. El cielo ya está aclarándose y desde unos diez metros, diviso un tumulto de gente alrededor de su casa. Hay una ambulancia y una patrulla de oficiales.

Cuando María me notificó de lo ocurrido, vine tan pronto como pude. Estoy ebrio, conduje en ese estado y casi tengo un accidente por eso. Pero, lo cierto es que me gustaría más que fuese mi vida la que peligrara y no la de Summer.

Tengo la respiración agitada y el corazón a punto de estallar de miedo. Quiero llorar, me siento fatal y no sé qué mierda hacer. Todos mis pensamientos me atacan, me siento culpable.

Tanto que ni siquiera puedo tener un pensamiento cuerdo.

Me abro paso entre todo el gentío. Una cinta policial me impide el paso, pero me importó una mierda. Las luces intermitentes de los vehículos de la policía y la ambulancia iluminaban todo el lugar. Es entonces que repentinamente tres auxiliares trasladan una camilla hacia el interior de la ambulancia.

Ahí es cuando diviso el cuerpo de Summer y debo admitir que eso me ha dejado helado. Zara y Micah proceden a acompañarla, el impulso de correr hacia ellos me invade y no hay otra cosa que no quiera hacer ahora mismo.

Pero alguien me lo impide. Se trata de Johan... su rostro me trae una paz familiar, pero eso no me detiene y lucho contra él para que me suelte. Aunque no lo permite y yo soy el que termina cediendo ante la desesperación.

—Iann, escúchame. Entiendo perfectamente por lo que estás pasando, pero necesito que te calmes o tendré que esposarte y meterte en la patrulla. Y no creo que estés dispuesto a revivir los sucesos del pasado, ¿o sí? —yo era más alto que él, pero siempre existió algo que me impedía tratarlo mal o faltarle el respeto.

Además, era de los pocos miembros de mi familia que realmente quería.

—Solo necesito verla —susurro con la respiración entrecortada. Iba a romperme en llanto.

—Y vas a volver a verla. Pero no ahora. Además, si no fuera yo el que te está sosteniendo ahora mismo, te habrían llevado directamente a la comisaría por conducir en estado de ebriedad —puntualiza.

Mierda, era cierto.

—Vamos. Te llevaré a casa —añade ante mi silencio.

—La amo tanto, que no sé qué hacer... —murmuro mientras nos encaminamos hacia la patrulla.

—Ella va a estar bien, Iann. Es una chica muy fuerte —me consuela.

Me coloco el cinturón, las manos temblando y mi nariz congestionada. El cielo está amaneciendo cuando la ambulancia se dirige en dirección opuesta a donde nosotros vamos. Solo quiero verla, quiero saber que está bien y que pronto podré abrazarla, pedirle disculpas, decirle la verdad...

Corazón Sin Rostro [+18] || PARTE I Y II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora