(47) 911 de San Valentín

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CAPÍTULO 47

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CAPÍTULO 47

911 de San Valentín

14 de Febrero del 2020

—¡Mamá! —grité desde el inicio de las escaleras.

No hubo respuesta.

Suspiré y volví a llamar.

—¡Mamá, voy a llegar tarde! ¿Puedo tomar las llaves del auto, o no?

Resoplo, un poco impaciente por no recibir ninguna respuesta de su parte. Vagamente, subo las escaleras y llego hasta su habitación, que está hecha un desastre. No necesito buscar una explicación para eso, porque la corbata de Micah me lo dice todo. Aunque él no se encuentra aquí y era algo aliviante, porque no pensaba toparmelo desnudo junto a mi madre.

No obstante, la presencia de mi madre seguía siendo un misterio. Hasta que deduje que se encontraba en el baño, la puerta estaba entreabierta y dejaba salir un rayito de luz a través del pequeño espacio. Pronto, también conseguí escuchar sonidos provenientes del cuarto de baño.

Podía escuchar su respiración pesada intercalándose con arcadas. Claramente, estaba vomitando.

Ni me digas, Sherlock.

Algo en mi interior se revolvió de angustia. Así que no vacilé y entré en el cuarto de baño, para luego encontrarme con la escena más preocupante y asquerosa de mi madre vomitando en la taza del baño.

—Mami... ¿estás bien? —mi voz sonó temblorosa a la hora de preguntar.

—Oh, sí. No te preocupes... —dijo débilmente.

—Pero, ¿estás segura? Quizás podríamos ir al médico y que-

—No. Estoy bien, es la comida que me ha caído mal. No pasa nada —me corta de inmediato.

—¿Qué comiste?

—Creo que mi almuerzo tenía mariscos —ah, ya veo—. Supongo que eso me ha hecho mal.

Tira de la cadena y se limpia la boca con el dorso de la mano. Se pone de pie para dirigirse al lavabo, donde se asea y yo me quedo paralizada como tonta en el umbral de la puerta. Una parte de mí quería creerle, que su almuerzo le había caído mal y eso era todo. Pero la otra parte de mí, no se tragaba para nada ese cuento.

—Las llaves están en la mesa de noche, búscalas y ve con cuidado —señala, sin mirarme.

—Si no te sientes bien, puedo quedarme...

Suspiró, reuniendo paciencia ante mi insistencia.

—Quiero estar sola. Mejor ve y diviértete, es viernes.

Aprieto mi mandíbula y ante la negación, opté por no persistir. Lo último que quería era discutir con ella. Tomé las llaves y pretendí despedirme de ella con un beso en la mejilla, pero no me lo permitió y simplemente palmeó mi cabeza. Ante el rechazo, sólo sonrío y salgo de su habitación.

Corazón Sin Rostro [+18] || PARTE I Y II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora