Corazón Sin Rostro [+18] || PARTE I Y II ©

(14) Reina del desastre

CAPÍTULO 14

Reina del desastre

¡Por fin! Las clases terminaron. Esta primera semana ha sido más estresante de lo que había planeado. En realidad, no esperaba que fuese tan desastrosa como mi vida, pero simplemente sucedió, porque la gracia de Dios me ha abandonado.

—¡Summeeer! ¡niña de mi corazón, luz de mis ojos! —ahí viene la loca de Alice.

Me abraza por detrás, —Ya es viernes —anuncia contra mi oído—. Y te quiero invitar a mi casa, bueno... a donde vivo, pues —añade corrigiendose.

—¿Y qué vamos a hacer en tu casa? —pregunté cerrando mi mochila, ella dejó de abrazarme.

—Una pijamada —movió sus cejas juguetonamente—. Pensaba tal vez, pedir pizza o... bueno, lo que a ti te guste, comer helado y ver películas de Disney, cantar canciones de Britney Spears y Doja Cat a todo pulmón —expone con un vértice de emoción. Una sonrisa amplia adorna su rostro—. Lo siento, es que nunca había hecho una pijamada y bueno, ya que somos amigas, quería...

—Está bien, iré a tu casa —dejé en claro—. Pero, eso significa que tendré que dormir contigo —destaco ese pequeño detalle, eso llama la atención de Chloe y Mika—. ¿Eso está bien para Diego y los demás?

—Eso está bien incluso para Iann. Hablé de eso en el desayuno y todos estuvieron de acuerdo, además, Samy e Isaac estarán visitando a sus padres. Así que sólo se quedarán mi hermano y el señorito de metro noventa. Dudo que nos molesten —hace un ademán despreocupadamente.

—Valeee, deja le aviso a mi mamá —saco a escondidas mi télefono.

Summer: ¿Puedo quedarme a dormir en casa de una amiga?

Mamá: ¿Quién es esa amiga?

Summer: Alice Bregoli.

Mamá: Mhm... ¿va a estar María?

Summer: No creo.

Mamá: Bueno, pero cualquier cosa me llamas, ¿okey? Y mantén tu ubicación activada, así es más fácil localizarte.

Summer: Gracias, mami. Te quiero mucho ❤

Mamá: Yo también te quiero mucho, Summer ❤

Si va a haber chicos por ahí, cuídate, ¿sí? Y pórtate bien.

Y basta con ese último mensaje para que guarde mi teléfono.

—¿Y qué dice tu mamá? —indaga la ojiazul apoyándose en un escritorio.

—Que sí puedo ir —ratifico.

—Vale, entonces supongo que te irás conmigo, ¿cierto? —hablaba de irse con ella, en el auto de su hermano, ¿no?

—Claro... sólo que... ¿qué hay de mi pijama y eso? —recurro y ella mira hacia otro lado pensativa.