(15) Lo hecho está hecho

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CAPÍTULO 15

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CAPÍTULO 15

Lo hecho está hecho

Al abrir los ojos, solté un gruñido de irritación y volví a cerrarlos. Sentía que la cabeza estaba a punto de estallar de dolor, me dolía como si me la estuvieran martillando sin parar. Hundí mi rostro en la almohada, pero a pesar de ello, no podía volver a dormir.

Puesto que mis neuronas se reconectaron y caí en cuenta de que esta no era mi almohada, estas no eran mis sábanas y esta no era mi cama, mucho menos mi habitación. Levanté mi mirada para mirar por encima de la almohada, Alice aún dormitaba.

Volví a esconder mi rostro en la almohada, quería salir huyendo de aquí pero en estos momentos mi cuerpo no está capacitado para hacerlo. Estaba claro que debía desaparecer de la faz de la tierra, la actitud que tomé ayer con Iann no pudo ser la peor, pero tampoco estoy contenta conmigo misma.

La gente dopada hace cosas raras...

Ni me lo digas.

Respiré hondo y me quedé unos instantes viendo hacia el techo. Me removí sobre el colchón de la cama, y me senté en el borde de esta misma. Pongo los pies en el suelo y me levanto para dirigirme rumbo a la puerta del baño, allí mismo me pongo el sujetador. Recojo mi cabello en una coleta y abro el grifo del lavabo para mojar mi rostro, a través del espejo logro ver como las gotas ruedan gentilmente por mi mandíbula.

Dejo que el H2O se impregne en mi piel, procedo simultáneamente a cepillarme los dientes, salgo cautelosa del cuarto de baño. Abrí despacio la puerta de la habitación y observé analítica el gran pasillo en el que perduraba un profundo silencio. Era pacífico y tranquilo, no del tipo que te hace sentir como si estuvieras solo en este mundo.

Admito que uno de mis sonidos favoritos es el silencio.

Me desplazo hacia las profundidades del pasillo, buscando una respuesta a la duda que reside en mi cabeza desde el momento en el que mi sueño fue interrumpido y abrí los ojos para encontrarme con esta dura realidad.

Continúo mi travesía hasta llegar a la parte principal del apartamento, donde me encuentro a cierto rubio residiendo frente a la barra de la cocina, escrutando la pantalla de su teléfono con mucha concentración. No sabía realmente si decir algo para atrapar su atención o darme la vuelta y regresar a la habitación mientras me reprimo totalmente.

Estaba optando por tomar la segunda opción, cuando Isaac estableció que era buena idea salir de su habitación recién duchado y bostezando como si estuviera a punto de comerse el mundo entero.

Oh, por todos los dioses, esto va a ser una humillación total.

—Creo que deberíamos lavar la ropa el domingo. Quiero decir, ¿has visto la montaña de ropa que tengo en mi silla? Es espeluznante si apagas la... luz —su voz se apagó en cuanto me vio parada en medio del pasillo sin saber qué hacer—. Ay, qué sorpresa verte aquí tan temprano —me mira divertido mientras pone las manos sobre la cadera.

Corazón Sin Rostro [+18] || PARTE I Y II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora