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Eran por eso de las cuatro de la tarde, Hu Tao bostezaba perezosa, no habían tenido ni un solo cliente y sorprendentemente, ni siquiera el novio del asesor llegó a darles algo de trabajo. La directora le dio una mirada al consultor que tenía la mirada fija en la puerta, Hu Tao no tuvo que pensar mucho para saber lo que pasaba por su cabeza.
—¿Crees que le haya pasado algo?—preguntó Zhongli angustiado.—Sabía que entre pelea y pelea no iba a poder ganar una...

—Zhongli, calma, tal vez no tuvo tiempo de pelear esta vez.—Mencionó Hu Tao en un intento de calmar al castaño.

¿Childe? ¿No tener tiempo para pelear? Él siempre sacaba el momento para tener una buena pelea, incluso si eso implicaba pedirle a Zhongli pelear cuando estaban en medio de unas cariñosas caricias, tal vez lo hacía a propósito porque sabía que el adepto no negaría nada estando embobado por él, y así era, Zhongli aceptaba la pelea.—con la condición de seguir mimándose más tarde—. El ex arconte se limitó a asentir con desdén a las palabras de Hu Tao.

—Pero si tanto te preocupa, sal a buscarlo, no creo que llegue algún cliente ya y si llegara alguno me haría cargo.—Dijo Hu Tao para animarlo y lo logró; a penas escuchó un "gracias" y luego la puerta abrirse de par en par.

Zhongli no titubeó al ir camino hacia el banco del norte, una vez en la entrada, inhaló una gran cantidad de aire para retenerla mientras abría la puerta y lo soltaba cuando, intentando ir directamente a la oficina de Childe, lo detuvo Ekaterina.
—Disculpe, no debería entrar ahí, dijo que no entrara nadie...—Habló.

Por su parte, Childe se encontraba flotando en su burbuja de paz —literalmente—. Su mente se había perdido, la paz atravesaba su cuerpo como un cálido abrazo en una noche fría de Snezhnaya, estaba profundamente dormido en un ovillo con sus manos reposando sobre su abdomen, se sentía casi tan tranquilo como cuando tenía la compañía de Zhongli, había querido ir a verlo hoy como todos los días, pero había estado atrapado en su oficina en medio de un montón de papeleo, le gustaría que la comodidad que el agua de la burbuja le brindaba fuera el abrazo de Zhongli mientras le contaba esas historias que parecían no tener fin.

Childe estaba tan cansado que se había creado una burbuja con su visión para descansar dentro de ella, la forma de respirar bajo sus poderes sin ahogarse era parecido al esfuerzo que debía hacer para respirar bajo la máscara de legado del mal sin que la locura llenara su cabeza y acabara con sus sentidos. No tenía idea de cuánto tiempo llevaba dormido, seguramente horas, no le importaba de todos modos, hacía mucho no podía dormir tan a gusto, cuando regresaba del departamento de Zhongli no dejaba de dar vueltas en su colchón, quería algo más, quería el calor de Zhongli a un lado de la cama, pero el hombre en primer lugar se negaba a que Childe se quedara muy tarde con él.

Su ceño se frunció en medio de sus sueños y la corriente dentro de la burbuja hecha con su poder hydro comenzó a alterarse, no tardó en abrir los ojos con molestia y pocos segundos después, la puerta se abrió dejando ver a un Zhongli asombrado y mirándolo perplejo. La sorpresa y vergüenza de haber sido encontrado en esa situación, tan poco arreglado para verlo, fue suficiente para provocar que su burbuja perdiera el flujo y reventara, haciendo caer al heraldo de cadera, soltando un quejido, se sentó, estaba empapado, ahora está mucho menos presentable.

—Déjame ayudarte.—Amablemente pidió Zhongli arrodilládose frente al snezhnayan y acercando una de sus manos al pecho de Childe.

El heraldo sentía su uniforme secarse al igual que su piel debajo de la tela, la calidez volvió a azotar su cuerpo y echó su cuerpo hacia atrás apoyado en sus codos mientras cerraba los ojos, acompañado de un suspiro de satisfacción que, de una u otra forma, logró enviar escalofríos a Zhongli, quien sostenía en su mano un cristal azul, parecía un zafiro, esto logró llamar la atención de Childe y sus ojos curiosos miraban el cristal.
—Es una forma interesante de usar tus poderes, gracias.—Habló con su común tono juguetón, Zhongli asintió y Childe bufó en respuesta.

Zhongli se tensó, ¿había hecho algo malo? ¿Estaba molesto porque no había venido a visitarlo antes? ¿Debía decirle que estuvo esperándolo?
Los pensamientos de Zhongli fueron disipados por las piernas de Childe rodeando su cintura y sus talones presionando contra su trasero, empujando hacia abajo desvergonzadamente, acabando con la distancia entre sus cuerpos, pasó sus brazos sobre los hombros del adepto, uno lo dejó reposar en su espalda mientras que con el otro tomó la coleta de su novio y tiró de ella a modo de juego.

Zhongli no tardó en buscar los labios del chico, el sonido semihúmedo que hacían sus labios cada que se separaban por milisegundos para volver a unirse era casi vergonzoso para Zhongli, pero su vergüenza no era completamente por eso, sino por lo emocionado que se sentía por besarse así en la oficina del heraldo, ¿era raro emocionarse por eso? No le importaba ahora mismo, en este momento solo le importaba sentir la calidez de sus labios pegados a los contrarios.

—Señor Tartaglia, ¿se encuentra bien? Este hombre entró sin permiso y escuché un golpe.

La voz de Ekaterina logró asustar a la pareja que se encontraba metida en sus asuntos, sus labios se separaron apresurados y el snezhnayan frotó su dorso contra sus labios como si eso eliminara la ligera hinchazón que había en estos, Childe miró sobre el hombro de Zhongli y suspiró aliviado al ver la puerta cerrada, se había preocupado tanto que olvidó que Ekaterina nunca entraría sin tocar la puerta y el permiso de Childe.

—Estoy bien, gracias, solo me tropecé y no te preocupes por Zhongli, nos llevamos bien.—Habló y pronto se escucharon los pasos de la fatui alejarse.

Eso estuvo tan cerca y tan lejos.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora