XX

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Luego de haber sido escoltado por Zhongli hasta su departamento, estuvo muy cerca de pedirle que se quedara y le diera masajes hasta que tuviera que irse, pero su orgullo era grande y no le mostró la mínima señal de necesidad. Aunque deseaba estar acurrucado en su regazo recibiendo masajes y palabras bonitas, debía trabajar. Casi por cuestión de algún milagro, Childe consiguió salir de su departamento para ir a trabajar. Las piernas le temblaban y tenían espasmos, aún cuando había descansado un buen rato, sus piernas se negaban a volver a la normalidad, Ajax no podría volver a la normalidad.

Ya en el banco lo único que hizo fue dirigirse en silencio a su oficina, lo más rápido que le era posible para que sus subordinados no lo vieran cojear y lo asaltaran con preguntas.
Cerró la puerta tras sí con ayuda de un empujón hacia atrás con su talón. Bostezando, caminó hasta su silla y se dejó caer sobre esta.

Fue una mala idea.

El dolor punzante que lo recibió casi lo hace gritar, maldijo a Zhongli en silencio mientras buscaba una posición en la que no le doliera, pero parecía que todas le serían incómodas. Cerró sus manos en puños y dio un golpe a su escritorio, recogió sus piernas hasta que sus rodillas estuvieron pegadas a su pecho, pasó su brazo bajo una de sus piernas y la dejó colgando del reposabrazos.

No era la forma más ejemplar de sentarse, pero era la única opción que tenía. La calma no le duró demasiado, no había papeleo pendiente sobre su escritorio.

Dos golpes en la puerta lo hicieron levantar la cabeza, tomó aire antes de pronunciar un "adelante" con desdén. Ekaterina fue quién pasó por la puerta, sosteniendo en una de sus manos un portapapeles. No ahora. Pensó el pelirrojo. Lo adoro, pero no ahora. Los pasos de la recepcionista, su secretaria, se le hicieron eternos y luego, cuando le entregó el portapapeles, Childe quiso salir corriendo, si tan solo pudiera hacerlo, claro.

El heraldo miró por encima la lista escrita en la página, luego miró a Ekaterina y apretó los labios en una fina línea, ¿qué debía hacer? Ahora mismo estaba casi inválido, no tenía archivos que ojear como para decirle a la recepcionista que se restaría a quedarse en su oficina y llenar formularios aburridos.

Pero ¿por qué debía tener una excusa? Él mismo era el jefe hasta que la Tsaritsa diera una orden.

—No cumpliré mis rutas esta vez, envía a subordinados si no deseas desperdiciarlo.—Con pesar tuvo que decir, él amaba sus rutas y ahora por unas estúpidas piernas temblorosas tendría que cancelarlo.—No tengo ganas de caminar hoy.

Ekaterina hizo lo que pudo por no levantar una ceja y mostrar curiosidad, era Tartaglia y no podía cuestionarle sus decisiones, pero eso no hacía que fuera menos decepcionante, había hecho la lista para la ruta del pelirrojo, los monstruos y acapadores más ágiles que había localizado, pero ahora él no quería.

—Aprecio tu investigación como siempre y lamento cancelarlo a última hora, es que ayer tuve un combate complicado y sigo algo adolorido.—Ajax terminó por explicar.

—¿Por eso ha estado cojeando? ¿Desea que busque atención médica?—Ekaterina, con toda la buena intención del mundo, le ofreció.

Pero Ajax se sintió extremadamente avergonzado, si accedía para que se sintiera tranquila solo se delataría y su secretaria sabría acerca de su vida íntima con Zhongli, cosa que sería tan vergonzoso como problemático.

Así que el heraldo negó con la cabeza.

—Lamento las molestias, espero se recupere pronto.—Ekaterina volvió a hablar, despidiéndose de su jefe antes de salir de la oficina.

Childe soltó todo el aire que contenían sus pulmones en cuanto la puerta se cerró. Se echó hacia atrás, cerrando los ojos y maldiciendo nuevamente a Zhongli.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora