XXXIX

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Hu Tao miraba una y otra vez esa carta que había llegado al buzón de la funeraria. Quizás no era experta en realeza, pero sabía que las cartas con un sello así solo eran enviadas por nobles. Pero el problema de Hu Tao no era el sello, sino a quién estaba destinada esa carta.

"Asesor de la funeraria Wangsheng, Zhongli"

El castaño había estado decaído desde el día anterior, Hu Tao sabía que Childe se había ido a Snezhnaya, la directora era consciente también de que el pelirrojo había estado corriendo peligro todo este tiempo, ¿acaso esa carta era...? La directora sacudió la cabeza y decidió que era momento de llevarle la carta al consultor. Hu Tao caminó hasta la oficina de Zhongli, dónde dió suaves toques a la puerta antes de permitirse entrar. Una vez dentro, el ex arconte la miró unos segundos y luego miró la carta en sus manos, entonces Hu Tao vio cómo su asesor hacía una mueca de dolor.

Hu Tao debe admitir que nunca había visto a Zhongli siendo imperfecto. Siempre tenía su ropa sin arrugas, su rostro siempre estaba impoluto. Simplemente mantenía una imagen perfecta todo el tiempo. Pero ahora Zhongli tenía los ojos rojos, el maquillaje en sus ojos estaba algo opaco seguramente debido a las lágrimas. En cuanto a su ropa, el asesor ni siquiera llevaba su chaqueta puesta.

La directora dejó el sobre en el escritorio de Zhongli pero no salió de la oficina, decidió que no debía dejar a su asesor solo.

—Debería leerlo. —Hu Tao dijo.

—No me sirve leerlo si ya sé lo que dice. —Zhongli murmuró para sus adentros.

Hu Tao hizo una mueca, pensando en si debería decirle algo más para convencerlo. Zhongli estaba ahí, mirando el sobre que estaba en su escritorio con una expresión vacía en el rostro, sus ojos leían una y otra vez el destinatario, esperando que mágicamente cambiara, pero obviamente eso no pasó. Así que el adepto no tuvo de otra y finalmente tomó el sobre y lo abrió. No tuvo el valor para leer la carta completa, solo leyó lo más llamativo en esta:

«Tartaglia, el undécimo de los once heraldos fatui ha sido ejecutado el pasado xx de xx».

«Hora de muerte: alrededor de las 13:00 o 14:00 horas».

«Tartaglia fue ejecutado debido a...»

Zhongli dejó de leer, se levantó de su silla con la carta entre sus manos y salió de su oficina a paso rápido. Hu Tao tardó un poco en seguirlo debido a que no se esperaba que el asesor saliera, ¿Qué estaba pasando? ¿Qué iba a hacer? ¿Qué decía esa carta? La cabeza de la directora se llenaba de preguntas y no obtenía respuestas, por lo que simplemente siguió a Zhongli, que caminaba hacia el puerto con la mirada perdida, metido en sus propios pensamientos mientras andaba, como si sus piernas se movieran solas.

Una vez Zhongli se detuvo en el muelle donde llegaban los barcos de pasajeros, su mirada volvió a caer en la carta, leyéndola una y otra vez. Hu Tao hizo lo posible por alcanzar a leer algo de la carta que Zhongli tenía estirada entre sus manos, una vez sus ojos se enfocaron, entró en trance. Era tan... joven para un destino así.

—Entiendo que le cueste asimilar algo así, pero ya confirmaron su ejecución, no hay nada que podamos hacer, asesor —Dijo Hu Tao con una expresión de lástima plasmada en su rostro mientras Zhongli seguía leyendo, él negó con la cabeza —. Por favor, deje de torturarse leyendo esa carta, Childe está...

—No sabía que los muertos escribían cartas. —Zhongli la interrumpió y levantó el papel en sus manos.

Hu Tao levantó las cejas, intentando procesar lo que Zhongli le había dicho. El ex arconte le dió la carta a Hu Tao mientras tomaba un largo respiro lleno de alivio, pasando sus dedo por la comisura de sus ojos en un intento de quitar el maquillaje arruinado.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora