XXV

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Scaramouche se las había ingeniado para escabullirse entre el gentío y perder a Zhongli. La facilidad con la que escapó era de esperarse considerando que tenía una baja estatura, pero se volvía impresionante teniendo en cuenta que arrastraba consigo a un "fenómeno" en Liyue, que, para rematar, tenía una altura por encima del promedio y como si esto fuera poco, el propio Kunikuzushi llevaba en la cabeza un sombrero absurdamente extravagante que tintineaba a cada paso que daba.

Por su parte, Zhongli no tardó en localizarlos, sabía hacia dónde se dirigían así que no tardó en ver el cabello rojizo de Childe a lo lejos, en medio de la multitud. Ajax era alguien bastante fácil de localizar en realidad. La gente siempre detenía lo que estaban haciendo para mirar al snezhnayan. Childe siempre pensó que lo miraban por todo el desastre que provocó en Liyue y tal vez algunos lo observaban por eso, pero las piedras extrañas siempre captan la atención de Liyue.

Y seamos sinceros, cuando mucha gente mira hacia un lugar tú siempre querrás voltear también.

Pero a pesar de haberlo encontrado, había llegado tarde, Childe ya estaba abordando la última embarcación hacia Snezhnaya; considerando la hora, la propia Tsaritsa podría haber cancelado cualquier otra embarcación que saliera o entrase al país. Además, no había nadie más en el barco que unos cuantos subordinados fatui, seguramente asegurándose de que nadie se hubiese colado en el barco.

Zhongli habría corrido para intentar entrar, fácilmente podría noquear a cada uno de los fatui que vigilaban, pero estaba Childe en medio y no podía ponerlo en peligro. El pelirrojo estaba al completo alcance de Scaramouche, él podría simplemente matarlo ahí mismo y el pelirrojo no podría defenderse. Pero aún así sus piernas se movieron.

—¿Vas a volver?—Zhongli habló con fuerza, casi gritando para que Childe pudiera escuchar fuerte y claro lo que decía.

Hubo un momento de silencio, nada más que las gaviotas a lo lejos y el sonido de las cadenas que sujetaban el ancla alzándose. Childe no sabía qué responder, ¿iba a volver? Quisiera saberlo. Pero lo que menos quería en ese momento era hacer que su amado se sintiera triste, así que, tal y como había hecho con los moretones hechos por Scaramouche, debía mantenerse firme para que Zhongli se sintiera seguro.

—¡No te preocupes por mí!—exclamó, inclinándose sobre las vallas del barco para mirar a Zhongli. Scaramouche sujetó su hombro, Childe miró a Kunikuzushi por un momento y su mirada le advertía que no alargaran más esa conversación.—¡Recuerda que te quiero!

Zhongli notaba la forma en la que la voz de Childe parecía pedirle ayuda. O simplemente era él quién quería salvaguardar a su amante de todo aquello que podía hacerle daño.

—También te amo.—Zhongli habló más bajo de lo que quería, a la vez que el claxon del barco sonaba. Sabía que Childe definitivamente no había podido escucharlo, pero, de algún modo, eso lo había tranquilizado.

El barco no tardó en zarpar y lo primero que pensó Childe fue en que debía refugiarse de Scaramouche. Cuando Kunikuzushi soltó su brazo reconoció su oportunidad de inmediato, veía la puerta de un camarote en el primer corredor. Le dio una mirada de reojo al otro heraldo, uno de los fatui lo había llamado por algo acerca de las directrices de la Tsaritsa o algo así, por lo que el de cabello índigo tuvo que girarse para responder, Childe, que no pensaba perder el tiempo por más mínimo que fuera, se dirigió al área de camarotes lo más rápido que pudo.

Entró al último en el pasillo y cerró la puerta tras de sí con pestillo, asegurándose de tener al menos algo que lo separara de molestias (Scaramouche). Suspiró al ver la habitación con atención. Era pequeña, tenía a penas una cama —de apariencia realmente incómoda—, una silla y una pequeña mesa de noche junto a la cama.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora