XXIV

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Las cosas iban mal, no, iban terriblemente mal. Childe lo sabía, había sentido que algo no iba bien desde un principio. Pero por miedo a arruinar todo, se calló.

Ahora sí lo había arruinado. Estaba jodido.

Zhongli había salido de su oficina sin decir nada, pero Childe sabía perfectamente lo que planeaba hacer, y no le agradaba. Aún no comprendía la presencia de Scaramouche, bueno, en realidad sí. Pero quiso refugiarse en la ignorancia para no verse obligado a apartar a Zhongli y en el peor de los casos: tener que cortar todo lazo con él.

La puerta principal estaba cerrada, Ajax podía simplemente abrirla, pero estaba aterrado, no sabía qué esperar. Se trataba de un viejo arconte retirado, que en su momento de gloria fue una máquina de matar, y un idiota resentido con ganas de arruinarle la vida —y tal vez matarlo durante el proceso—.

—Morax, diría que me sorprende verte, pero realmente esperaba que dieras cara. —Scaramouche habló, cruzándose de brazos.

—Puedo demandarte por acosar a Tartaglia. —Zhongli respondió, su voz gorgoteaba veneno y su mirada parecía atravesar la del Baladista.

Scaramouche no respondió a esas palabras, de hecho, las ignoró completamente, llevando su mano a su mentón, le discutiría al ex arconte si fuera un idiota, pero no lo era y sabía que buscarle argumentos en su contra era inútil.

—Sabe, Morax, en su momento me habría ido y no me metería contigo. —El sexto heraldo dio unos pasos hacia adelante, acercándose a Zhongli, lo suficiente como para tener que mirar hacia arriba para encararlo. —Pero, siendo francos, usted no debería meterse con nosotros. Eso incluye a Tartaglia, ya estuvo bueno con andar pensando en pajaritos que serán cazados pronto ¿no?

Zhongli no se movió, ¿lo estaba amenazando? No, pensándolo mejor, parecía una advertencia.

Una advertencia de que él tenía que ver con todo el lío en el que su amante estaba metido. Su relación era el problema, ahora estaba claro.

Pero aún había algo que no encajaba. ¿Cómo había llegado todo esto a oídos de este hombre? Si bien las paredes de Liyue tienen oídos, tenía entendido que Childe era el único heraldo que se encontraba en esta nación, debía pagar por los daños a la cámara de Jade y todo el lío con Osial, —a pesar de que cada problema fue pagado con dinero del banco del norte, hasta donde sabe, los fatui en Liyue sufrieron un gran bajón económico, pero no tardaron en recuperarse, después de todo, eran la organización más grande de Snezhnaya, expandiéndose por las siete naciones sin piedad—.

Y aún así, nada conecta con Scaramouche. Había un informante, alguien había sido contratado por el Baladista para espiar a Childe, ¿por qué? Zhongli no lo sabía, pero Ajax seguramente era consciente del por qué. En todo caso, el adepto no podía hacer nada si el rumor ya había llegado a oídos del enemigo.

—Ya sabes cuál es el problema ¿no es así? —Kunikuzushi le preguntó a Zhongli. El castaño no respondió, solo se restó a mirar al hombre frente a él, en silencio. —Perfecto, ahora abre la puerta y entrega a Tartaglia.

¿Entregarlo?

—No, antes tendrás que matarme. —Zhongli gruñó, no sabía qué planeaba Scaramouche, así que temió lo peor. —No vas a quitármelo.

Los ojos dorados del ex arconte brillaron al igual que las puntas ámbar de su cabello, sus pupilas se contrajeron hasta parecer las de un reptil y sus manos se cargaron de energía geo. Nubes oscuras se formaron sobre el banco del norte, Kunikuzushi no sabía qué esperar de eso, el arconte del trueno era la Shogun, así que no podía ser una tormenta.

La puerta detrás de el adepto se abrió antes de que pudiese empuñar su arma. Childe corrió hacia Zhongli y sujetó uno de sus brazos, las pupilas del castaño volvieron a la normalidad, pero su cabello aún daba destellos, amenazando con que si alguien osaba tocar a su novio, estaría en serios problemas con él.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora