XXXII

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Childe tocaba su nuca insistentemente, no sentía ningún cambio físico con respecto a ese sello maldito que le había puesto su majestad. Scaramouche no se le había acercado más luego de eso, ni siquiera sabía dónde estaba él ahora, simplemente se había esfumado. Escucho unos golpes en la puerta y luego la voz de Ekaterina pidiendo permiso para pasar.

—Disculpe, el señor Zhongli está en la recepción preguntando por usted, —Ekaterina vio cómo los ojos de su jefe se iluminaban —¿le digo que pase?

—No, yo iré con él, gracias por avisarme —Childe se levantó de su escritorio y corrió hacia el perchero junto a la puerta de su oficina para ponerse su chaqueta y salir.

Zhongli estaba ahí, de pies en medio de la recepción, mirando hacia arriba con los brazos cruzados y su pie rebotando en el suelo ansiosamente.

—Bao... —Zhongli se aclaró la garganta —Childe, perdóname por llegar de la nada, quería recompensarte por no haber llegado ayer a nuestro encuentro diario en el almuerzo...

—No te preocupes por eso, no sé si te lo dije pero yo tampoco pude ir —Childe agitó sus manos negando las disculpas de Zhongli—. Aunque no me molestaría ir contigo ahora.

Zhongli sonrió y tomó la mano de Ajax. El pelirrojo sintió que se le erizaba la piel, pero no quiso apartar a Zhongli incluso sabiendo que habían miradas sobre ellos, ¿Por qué le debía importar? Iba a morir de todos modos.

Childe sacudió su cabeza. No debía ser tan pesimista, Scaramouche dijo que se estaba extendiendo pero realmente no sintió ningún cambio físico, tal vez la Tsaritsa se apiadó de él y lo dejo pasar.

Viendo que el snezhnayan estaba totalmente perdido en sus pensamientos, Zhongli decidió simplemente guiarlo hacia el Pabellón Liuli. Pero cuando el castaño estaba ordenando la comida el pelirrojo finalmente salió de su cabeza.

—Zhongli, —Childe llamó a su novio, el cual no tardó en moverse para indicarle que lo escuchaba. —¿te molestaría si ponemos la comida para llevar?

Zhongli no contestó de inmediato, inclinando la cabeza sin apartar sus ojos dorados de los zafiros de Childe. Al otro lado de la mesa para dos, el pelirrojo se removió en su asiento, para ese punto estaba seguro de que sin importar cuanto tiempo lleven juntos, o si se habían metido en la cama juntos (no precisamente a dormir), a Childe siempre se le iba a joder la cabeza y le iba a temblar el cuerpo bajo la mirada filosa de su novio.

—Es que quiero estar en un lugar donde solo existimos nosotros, ¡no es que quiera esconderme! Dije que no iba a esconderme más, ¡de verdad, no es eso! Quiero...

—Mi amor, —Zhongli lo interrumpió. —no he dicho nada, por favor, tranquilo, me gusta la idea.

Fue Zhongli quien tuvo que volver a llamar al mesero, Childe estaba muy sumergido en su vergüenza como para hablar en voz alta sin tartamudear.

El adepto, siendo consciente del nerviosismo de su novio decidió que estarían bien unas cuantas conversaciones triviales mientras llegaba la comida para distraerlo un poco del bullicio que debía tener su mente en ese momento.

Para cuando la comida estuvo empacada, Childe ya estaba lo suficientemente recuperado como para guiar a Zhongli hacia su lugar seguro, como le gustaba llamarlo. Se atrevía a decir que era su sitio favorito, no tenía nada extravagante, pero le hacía tanta ilusión mostrarle su lugar especial a Zhongli... ¿era eso raro?

—¿Dónde vamos? —Zhongli preguntó cuando notó que estaban caminando hacia las afueras de Liyue.

Childe no respondió, solo tomó la mano de su amante cuando se encontraron en "las puertas" de la ciudad, caminaron derecho por varios minutos hasta subir una cordillera en específico al noreste de Tianheng. Antes de llegar a la cima, se detuvieron y caminaron a paso lento en medio de unas rocas hasta que encontraron un pequeño prado; flores secas adornaban el suelo, apenas eran acompañados por un arce en su máximo esplendor, con todas sus hojas anaranjadas revoloteando por la suave brisa que alcanzaba el lugar.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora