XIV

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Alerta de capítulo largo (lo siento por eso).

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Dos golpes en la puerta lo sacaron de su trabajo con los papeles acumulados sobre su escritorio, era tan estresante ¿por qué no solamente lo enviaban a misiones suicidas? Se le daban mejor. No, mejor no, Zhongli se pondría triste si algo me pasara. Pensó sonriendo involuntariamente, todo era más tranquilo cuando él estaba cerca y aún así no era aburrido. Dos golpes más en la puerta lo obligaron a levantarse y acudir al llamado.
—Si no es importante te tiraré un narval.—Murmuró.

—Es una carta para usted, de su madre.—Explicó Ekaterina mostrando el sobre al pelirrojo.
Su mirada bajó a las manos de la chica y le quitó la carta con nerviosismo, sus pupilas vibraban y sus dedos arrugaban el sobre, ¿por qué estaba tan nervioso? Era solo una carta de su madre, su madre a la que no veía hace años y la última vez que la vio ella lo miraba con tristeza mientras los fatui se lo llevaban dentro de su estúpido internado, suspiró tembloroso, tragó el nudo de su garganta y agradeció, volvió a entrar en su oficina y cerró la puerta tras él con fuerza, tiró la carta en su escritorio, terminó encogiendose en el suelo hasta quedar de cuclillas, tomó aire con fuerza y lo mantuvo, cerró sus ojos, se sintió mareado, apoyó sus manos en el suelo dejando salir el aire en sus pulmones. Estará bien, Ajax, es tu madre, solo léela.

Cuando tuvo el coraje suficiente, se levantó y se abalanzó sobre su escritorio, rompió el sobre y miró la carta, su pecho subía y bajaba apresurado al compás de su respiración cargada de nervios, sus ojos temblorosos intentaban enfocarse en las palabras escritas en la hoja, era la caligrafía de su madre, sin duda:
Tartaglia, onceavo de los once.

Olvídalo, Ajax, cariño, lamento avisarte con tardanza, pero ya sabes cómo es tu hermanito, no te das cuenta de lo que planea hasta que lo hace; otra vez partió a Liyue, espero puedas recibirlo o que alguien pueda hacerlo.
Todos estamos bien, tu padre está tomando los medicamentos que le envías, vuelve a casa algún día.

Oh, oh.

Fue lo único que pudo salir de los labios de Childe antes de salir corriendo del lugar, ignorando olímpicamente los llamados de sus subordinados, se sintió algo tonto por haberse preocupado tanto por una carta, en primer lugar ¿Cómo pudo pensar en que su madre le enviaría una carta de odio o algo así? Su madre era la mujer más amorosa que conocía ¿por qué se asustó tanto? Sea cual haya sido la razón lo pensaría otro día, finalmente había llegado al puerto de Liyue, miraba alrededor agitado, buscando señales de Teucer y recuperando el aliento.

—¡Hermano!—La voz se escuchaba algo lejana—¡Te encontré!—los pasos acelerados se acercaban y Childe aún estaba muy aturdido por la carrera que había hecho del banco hasta el puerto.

Unos brazos rodearon su cintura y sonrió sabiendo que Teucer estaba ahí a salvo, se dio la vuelta y rodeó al niño en un fuerte abrazo, este revoltoso iba a matarlo de un susto algún día, levantó su mirada de Teucer a Aether, entonces recordó que el viajero aún estaba por Liyue, así que se tranquilizó sabiendo que había estado acompañado, pero se preguntó cuánto tiempo habían estado esperando.
—Nos hiciste esperar bastante, ¿qué estabas haciendo? ¿Con Zhongli?—Paimon fue la primera en hablar.

—¡No! ¡No estoy pegado a Zhongli todo el tiempo, somos hombres ocupados, ¿está bien?!—Se quejó y Aether le dio palmaditas en el hombro.

—Oye, no se me dan los niños, además Paimon y yo dijimos que este viaje a Liyue serían vacaciones hasta después del rito de la linterna, lo siento, pero esta vez no...—Aether habló con calma, Childe sonrió comprendiendo, el rubio merecía un descanso y no se lo negaría.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora