XXIII

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Habían acabado por ir al banco del norte, a pesar de que el arconte prefería, por mucho, llevar a su novio a la farmacia Bubú para que fuera atendido por Baizhu y luego exigirle a Hu Tao una descripción física de aquel que agredió a Childe, ir a buscarlo y encargarse de él a golpes. Había sido detenido y guiado al banco del norte por el recaudador que aparentemente estaba a cargo de él, Zhongli había intentado negarse, pero el fatui insistió en que lo mejor sería no ir con un médico.

—Por el momento no es seguro que se presente en lugares de servicio público. —Ekaterina explicó.—En nuestra organización recibimos entrenamiento para estos casos, todo está bajo control, asesor.

Zhongli inclinó la cabeza, no estaba del todo de acuerdo con la muchacha, pero si decía que era lo mejor para Childe no se negaría a lo que le indicaban, entonces se limitó a asentir con la cabeza. Ekaterina vio en silencio cómo la mirada del hombre se oscurecía con los ojos fijos en Childe.

El pelirrojo yacía acostado boca arriba en el sofá de su oficina, su boca estaba ligeramente abierta, pasando aire a sus pulmones mientras su pecho subía y bajaba, asegurando que el heraldo solo se encontraba inconsciente. Pero Zhongli no se sentiría tranquilo hasta ver que sus ojos se abrieran, su angustia no se iría hasta verlo despertar. Ekaterina comprendía perfectamente la mirada del castaño, sabía que su palabra no era suficiente así que optó por pedirle vigilar a Childe en lo que ella y sus compañeros investigaban lo que ocurría, con ayuda de Hu Tao y lo que la directora había visto, que, por cierto, aún no le decía a Zhongli.

El ex arconte prefirió, por el momento, no darle más vueltas al asunto sobre Hu Tao, lo que vio y ese tal. Ahora mismo su prioridad era velar por la salud de su amante y no estaba abierto a distracciones.

Se arrodilló a los pies del sofá en el que se encontraba el snezhnayan, su mano viajó hasta la de Childe y dos de sus dedos se colaron bajo el guante del pelirrojo, empujando hasta quitárselo, buscando el calor de la piel contra la suya. Zhongli respiró hondo y dejó caer su mirada en el triángulo de piel desnuda en el uniforme de Ajax. Sus pupilas se achicaron y sus manos se movieron pronto, abriendo por completo la chaqueta junto a la camisa. Moretones se extendían por su abdomen y una mueca se formó en el rostro del snezhnayan cuando los dedos de Zhongli rozaron su piel lastimada al momento de abrir su ropa.

La impotencia hirvió en la sangre de Zhongli, si los fatui no se hubieran metido, Childe estaría sano y salvo en casa, Zhongli se habría quedado junto al heraldo y no hubieran tenido oportunidad para agredirlo, ¿quién había sido? Juraba ir a golpearlo en cuanto su novio se encontrara a salvo. Pero, en cambio, los fatui habían intervenido y retenido a Zhongli en la funeraria, lo suficiente para que...

Un momento.

Justo lo suficiente.

Zhongli tuvo que frenar sus pensamientos cuando sintió a Childe moverse bajo sus manos, el ex arconte se puso alerta, sus pupilas se dilataron y su corazón se aceleró cuando vio al snezhnayan pestañear mientras intentaba abrir los ojos.

Antes de que el pelirrojo siquiera pudiese enfocar la vista, Zhongli ya se encontraba sobre él, apretándolo en un abrazo tembloroso. Childe tardó casi nada en devolver el abrazo, besando con cariño la mejilla de su amante, que temblaba en silencio presionando su mano contra la cabellera rojiza bajo sus dedos.

—Tranquilo, estoy despierto, sí. —Ajax comprendía con facilidad la situación y se adaptaba a esta. Así había sido entrenado. —No me lastimó de gravedad, no te pongas así. —Pero con Zhongli le salía natural buscar su comodidad.

—¿Qué fue lo que ocurrió? ¿No te duele? ¿Baobei? ¿Quién fue? ¿Por qué?—los ojos tristes de Zhongli se sentían pesados a su corazón, ¿cómo habían acabado así?

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora