XVIII

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Antes de empezar, quiero avisar que esta historia es totalmente cristiana.

Childe hizo tronar su espalda, estirando sus brazos hacia arriba mientras se inclinaba hacia atrás. Recién salía de la casa de un tipo que intentaba evadir sus impuestos acerca de un préstamo con los fatui, había hecho un pacto y una vez obtuvo lo que quería quiso evadir su parte del trato, Ajax, por supuesto, no iba a tolerar tal cosa, mucho menos cuando además de todo, lo llamó a él deshonesto, si bien no era la persona más honesta del mundo, era alguien que aceptaba su responsabilidad al final y se hacía cargo de sus consecuencias ¿Cómo osa un tipo como él llamarlo deshonesto?

Un recaudador lo seguía, escoltándolo hasta su departamento, era un protocolo para casos de recaudación especiales, un heraldo, en este caso Childe, patea el trasero de quién quería evadir sus impuestos y luego un recaudador común lo escolta en caso de que algún seguidor del enemigo quisiera atacarlo por las espaldas.
—¡Señor, quédese detrás!—El recaudador exclamó colocándose frente al heraldo y señaló su departamento, pero había alguien cerrando la puerta.—No se preocupe, yo...

—No, no, espera, no pasa nada.—Childe presionó el hombro del fatui para mantenerlo quieto.—Él es el consultor Zhongli Xiansheng, es un socio nuestro.

—Pero señor, él está...

—Yo me encargo, ya puedes irte.—Childe interrumpió, vio al recaudador abrir la boca para reclamar, pero lo hizo callar.—Dije que puedes irte, ve a tomar un café o algo.

Dicho esto, Childe le dio la espalda al recaudador y caminó hacia Zhongli. Cuando el adepto lo vio, dio un brinco y escondió algo tras su espalda. Ajax arrugó las cejas y dio pisotones hasta estar cara a cara con él, estrujó el cuello de su camisa y lo empujó hasta que su espalda golpeó con la pared e inclinó la cabeza hacia un lado.

—Oye, Xiansheng, acabo de llegar de darle una paliza a un mentiroso, no estoy de humor para que sigan siendo deshonestos.—Habló el snezhnayan señalando el brazo de Zhongli que ocultaba su mano tras la espalda. El adepto tragó saliva e intentó echar su cabeza hacia atrás.

—Yo sólo... alacena...—Zhongli alcanzó a responder por lo bajo. Childe relajó su expresión y rió.

—Estoy bromeando, ven.—Las manos de Ajax pasaron del saco de Zhongli a detrás de sus orejas y le dejó un casto beso en los labios.—¿Qué tienes ahí? ¿Hm? ¿Qué hacías aquí?—El pelirrojo posó su mano en el brazo de Zhongli y la deslizó lentamente hasta su codo.—¿Es para mí?

—Algo así.—Zhongli respondió a su última pregunta y logró huir del toque casi seductor de Childe.—Pero no puedes verlo, no aún.—Añadió cuando el heraldo intentó alcanzar lo que su amante escondía.

Vio las mejillas de Childe inflarse y luego sus brazos cruzarse, un puchero bastante interesante teniendo en cuenta que aquel chico que estaba actuando tan dulcemente acababa de moler a golpes a un tipo.
—Por cierto, pude entrar porque habías dejado tus llaves en la mesa cuando te fuiste apurado, estaba dejando parte de mi alacena en la tuya para pagar una parte.—Las manos de Zhongli dieron a parar en los hombros del contrario.—¿Mi amor?—El adepto lo llamó, recuperando la atención de Childe.—Estás en la nebulosa ¿mucho estrés?

Zhongli comenzó a apretar los hombros de Ajax a modo de masajes, la forma en la que el heraldo se inclinó hacia adelante, a su toque, fue suficiente para saberlo, con delicadeza sus manos pasaron a sus mejillas.
—Ven, déjame cuidarte.—La voz de Zhongli era cálida al corazón de Childe, suave, segura, dulce y para él.

Zhongli comenzó a caminar seguido de cerca por su novio, escuchaba a Childe murmurar cosas sobre luchar, tal vez preguntándose si lo iba a llevar a luchar arduamente hasta que se desmayara de cansancio. Bueno, tal vez.
El adepto se detuvo y Childe chocó con su espalda.
—¿Tu casa?—Ajax parecía decepcionado.—¡Creí que me llevarías a la casa dorada a luchar hasta desmayarme!—Lo sabía. Pensó Zhongli sonriendo.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora