XXXIV

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Ahora Childe se dirigía a su departamento con prisa, seguido de cerca por Scaramouche. Mentiría si dijera que no le causaba escalofríos saber que estaba siendo perseguido hasta la puerta de su casa por un enano homicida.

—Gracias por acompañarme, tan caballeroso —Childe sonrió, sarcástico mientras daba media vuelta sobre sus talones cuando llegó a la entrada de su casa —. Aunque asustas un poco, sé que tienes buen corazón en el fondo, si es que Shogun te creó uno, claro.

El pelirrojo entró a su casa y miró sobre su hombro para ver al otro heraldo. Notó el tic en el ojo Scaramouche y se dió la vuelta, preparándose para un golpe. En cambio solo recibió una sonrisa por parte del baladista, aunque algo perturbadora, era mejor que un golpe.

—No es nada, tú descansa —Aunque sonaba casi amable, esa sonrisa en su cara le recordaba a Childe que definitivamente no eran amigos —. Espero sueñes conmigo.

Entonces el snezhnayan decidió que fue suficiente y le cerró la puerta a Scaramouche de un portazo. Childe se apoyó en la puerta y suspiró, de verdad no debía dormir, si lo hacía, quién sabe cómo podría afectarlo el baladista. Debía pensar en una forma de pasar el tiempo y mantenerse despierto, ahora. Pero, ¿qué? No tiene muchas opciones que digamos. Ajax caminó sin rumbo por su casa, pasando por la sala de estar, la cocina y los pasillos buscando alguna respuesta y fue cuando llegó a su habitación que Childe tuvo una idea.

Había sido un día muy estresante, ¿por qué no dedicar ese momento de paz a consentirse un poco? Le parecía una idea excelente, había dedicado todo su día a Scaramouche, ¡a ese escarabajo! ¡Qué desperdicio! ¡Y luego tuvo esa hipotermia! Definitivamente necesita descansar un poco, decidido, se dirigió al baño. Childe bajó la mirada un momento y jugueteó con los bordes de la chaqueta de su novio, había olvidado completamente que la tenía puesta. Bueno, ahora tenía una excusa para buscar a Zhongli mañana. O... Podría quedársela.

El pelirrojo sonrió tontamente ante la idea de quedarse con la chaqueta, pero su sonrisa se desvaneció y se congeló en su lugar cuando levantó la mirada y vio su reflejo en el espejo. Se veía horrible, no había otra forma de describir su aspecto; tenía cuencas profundas debajo de sus ojos como si no hubiera dormido absolutamente nada en semanas, su piel se veía enfermiza de lo pálido que estaba y sus pómulos estaban muy marcados, ¿cuándo había perdido tanto peso? ¿Era ese sigilo cryo que le había puesto la Tsaritsa? ¿Le estaba drenando la energía? ¿Cómo podía verse tan demacrado en solo tres días?

Childe se llevó una mano a la mejilla, pero se detuvo antes de que sus dedos tocaran la piel de su cara cuando escuchó unos golpes en la ventana. Su mirada cayó inmediatamente en la puerta abierta del baño que daba a su habitación, ¿era su imaginación? Escuchó los golpes de nuevo.

Bueno, eso descartaba la opción de que fuera su imaginación. Por instinto, invocó sus dagas antes de comenzar a dar pasos cautelosos hacia el ruido.

—¡¿Zhongli?!—Childe chilló y no tardó mucho en abrirle. El ex arconte había utilizado un pilar geo para ayudarse a subir hasta la ventana de Ajax.—¿Qué haces aquí? Scaramouche está afuera, él... no te vio ¿O sí?

—Ah, él, sí, claro. Lo ví frente a tu puerta, aunque cuando llegué él se estaba yendo. No me vio pero pensé que era más seguro entrar desde atrás.

Childe rió y sujetó las mejillas de Zhongli para pegar sus labios sin más rodeos. El ex arconte vio esta acción como una invitación a entrar, así que, procurando no interrumpir el beso, entró apoyándose en el snezhnayan para mantener el equilibrio. El ex arconte llevó una de sus manos a la mejilla pecosa de su amante y con sus dedos buscó el pendiente que guindaba del lóbulo de su oreja izquierda.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora