XXXVIII

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En cuanto Childe puso un pie en su pueblo natal, miradas cayeron sobre él, pero a diferencia de los demás lugares, ahí todos lo veían con cierto cariño, desde que Childe se convirtió en un heraldo fatui no solo se aseguró de que Morepesok se convirtiera en uno de los pueblos más seguros de la nación, sino que también se encargó de agilizar todo el comercio del pueblo, para Morepesok, Tartaglia, el undécimo heraldo, era un héroe.

Childe saludaba a los comerciantes que conocía mientras avanzaba hacia su casa. Una vez estuvo en el patio de su casa se detuvo, mirando al pórtico, dónde estaban su madre y Anthon, ambos dándole la espalda al patio, sin notar la presencia de Ajax. Su madre tejía una bufanda (que Childe supuso era para Anthon) mientras que el niño bebía a sorbos de una taza.

El heraldo estaba ahí, de pies fuera del patio de su casa, sin poderse mover. Ha pasado tanto tiempo lejos que siente que invade la paz de su familia. Siempre que está de visita terminan en discusiones. ¿De verdad debía venir aquí? Tal vez podría quedarse en un hotel y así dejar que la paz en su casa continúe. Pero es su familia, quiere verla, aunque a veces ellos a él no.

—¿Te quedarás ahí parado siempre? Se te congelarán los pies —Childe salió de su trance cuando escuchó la voz de su madre. Él la miró, su madre se había levantado y enviado a Anthon dentro de la casa.

—Mamá —La voz de Childe se quebró, no entendía por qué se sentía tan melancólico, quizás el pensamiento de que pudo haber muerto sin que su familia lo supiera—. Estoy en casa.

Su madre abrió los brazos y Ajax no dudó en correr a ellos para abrazarla. Su madre besó su cabeza y acarició su cabello con esa calidez con la que siempre lo recibió.

—¿Por qué no nos enviaste una carta para saber que vendrías? No he preparado nada especial para ti —Su madre dijo, separandose del abrazo y tomando las manos de Childe.

—No tuve tiempo para avisarles, fue... de último momento —Childe apartó la mirada y entonces su madre supo que algo no estaba bien, pero no preguntó mucho más.

—Me lo explicarás luego —Su madre dijo—. Entremos, ¿sí?

Su madre sujetó su mano y lo guió dentro de casa. Childe sintió un nudo en la garganta en cuanto puso un pie dentro, miró alrededor pero no pudo escanear bien su casa cuando ya tenía a Anthon, Teucer y Tonia recibiéndolo con un abrazo. Los tres hermanos les contaban amenamente sobre sus vidas mientras avanzaban para que Childe se sentara en el sofá y los escuchara cómodamente.

¿Por qué está tan nervioso?

—Ajax, —Childe sintió que su corazón se saltó un latido. Ah, es por esto —sabes que debes avisar para visitar una casa —Su padre lo miraba desde lejos, con el entrecejo fruncido.

Sus hermanos menores retrocedieron y se fueron hacia sus habitaciones, sí, era el protocolo que había en la casa ante las discusiones, "los más pequeños irán a sus cuartos, no tienen por qué quedar atrapados en las discusiones". Era lo único en lo que estaba de acuerdo con su padre desde hace años.

—Mi hijo es bienvenido cuando quiera, esta es su casa también. —Su madre salió en su defensa.

—Esta es mi casa —Corrigió su padre —. Él no vive aquí desde hace siete años.

Ajax vio que su madre tenía intenciones de refutarle a su padre pero él la detuvo dándole una caricia en el hombro. "Está bien". Siempre decía eso. "Tiene razón". Eran sus palabras cada vez que se formaban discusiones en torno a él.

—No me quedaré mucho tiempo, volveré a Liyue en menos de lo que piensas. —Childe dijo, quitándose el pequeño bolso que cargaba al hombro, dónde llevaba las cosas para la carta que la Tsaritsa le había ordenado hacer.

Cristalizado [Zhongchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora