i hate you| jjk✓

siete

Jeon JungKook.

Joder, como quería tocarla desde que llegó.

Bueno, en realidad no solo quería tocarla, sino que quería hablar y arreglar las cosas, pero Lucrecia, como siempre, siendo tan necia que no quiso compartir palabras de buena manera. Y yo...bueno, soy un adolescente, ví la oportunidad que dejó la puerta un poco abierta y pasé al paraíso.

Mis dos manos estaban cubriendo sus pechos, simulando ser el brasier. Podía sentir los pezones erectos chocando con mis palmas y su respiración irregular, aunque no sabía si era porque se estaba aguantando darse la vuelta y golpearme en la cara o porque le gustó mi leve toque.

⎯ Suéltame o te juro que gritaré.⎯ amenazó viéndome por el espejo.

Suspiré en su nuca, volando apenas unos pelitos. Ví por el reflejo como cerró los ojos y mordió su labio inferior. Pasé la lengua por los míos antes de hablar en su oído con la voz ronca.

⎯ Permitete disfrutar por esta vez, después vemos cómo siguen las cosas.⎯ besé el lóbulo de su oreja.⎯ Yo haré todo, te haré tocar el cielo, lo juro.

Sin esperar respuesta rocé mis labios por el costado de su cuello, bajando hasta su hombro, donde comencé a depositar besos cargados de saliva, causando que ese sea el único sonido entre nosotros dos.

Mis manos permanecían quietas a pesar de estar en un lugar tan comprometedor, y, si tenía derecho a decirlo, mi lugar favorito de su cuerpo, sin dudas. Pero por otra parte, mis piernas no perdieron el tiempo y pegaron mi anatomía a la suya lo más que podían.

Sintió el bulto en mis pantalones, y lo noté cuando ahogó un diminuto jadeo en su garganta. Volteó la cabeza para el costado contrario al que estaba yo, dejándome más expuesta el área para que pudiera besar, dejándome saber que le gusta, y que aceptaría mi propuesta de pasarla bien por un rato.

Inconscientemente mis caderas se movieron, generando una leve fricción entre su trasero con mi pene, pero al no oír excusas no me detuve, es más, ella misma movía sus caderas en sentido contrario a las mías para mayor fricción. Mis besos comenzaron a ser más agresivos, ya no eran solo roces con saliva, sino que ahora mordía y succionaba, con el objetivo de dejar marca.

Que Massimo vea lo bien que la pasa sin él.

Apoyó sus dos manos en la pileta del baño y arqueó un poco su espalda, dejando su culo más cerca de mi parte íntima para estar más en contacto. Una de mis manos quiso bajar al interior de su pantalón pero el llamado de mi madre nos detuvo abruptamente.

⎯ ¡Hijo, despierten! ¡Ya son las dos de la tarde!

Lucrecia se separó de mí y colocó el antebrazo para cubrir sus pechos. Salió del baño terminando de colocarse el vestido y sacarse el pantalón. Yo bajé la cabeza viendo mi erección queriendo salir de mi pantalón, parecía una jodida montaña.

⎯ Mierda.⎯ murmuré disgustado con mamá por interrumpir el momento.

Esperé unos segundos hasta que Lucrecia termine de cambiarse, cuando salí y ví que se colocaba sus zapatos le abrí la puerta a mamá que estaba con una sonrisa reluciente, la cual quise imitar pero fue un claro intento fallido.

Vestía ropa cómoda, así que hoy no iría a trabajar. Mamá es abogada, lo que la hace no estar todo el tiempo en casa, y cuando lo está la mayoría de veces se encuentra estresada, por lo que me extrañó que hoy se encuentre aquí.

Tenía entendido que anoche se había ido a pasar la noche con su amiga, alias, mi tía de corazón. Primero por un tema de que detestaba las fiestas, y más si era de adolescentes con la música a todo lo que da, dijo que no quería salir de su cuarto u oficina y ver a dos, o incluso más, personas teniendo un momento intimo a la mitad del pasillo. Y segundo, porque yo se lo pedí, le dije que le insistiría a Lu para que se quede a dormir y quería privacidad con ella, ya que pensé que al fin, después de año, íbamos a poder hablar como dos adultos maduros.