cuarenta y seis

1K 90 14
                                    

Jeon JungKook.

Habían pasado cuatro semanas.

Las cuatro semanas más largas y torturosas de mi vida.

En este tiempo he intentado por todos los medios hablar con Lucrecia, arreglar las cosas e intentar desde cero, pero simplemente no quería escucharme y prefería irse hacia otra parte. Me dolía verla sola en el aula, en los recesos, en las clases y demás, escuchar como todos hablaban de ella, culpandola de la infidelidad cuando fui yo el que comenzó todo esto, y a mí nunca me dijeron nada.

Y hubiera seguido insistiendo para hablar con ella pero simplemente hace tres días dejó de concurrir a la escuela, la última vez que la ví cruzamos miradas y se subió al auto de su padrino, que me asesinaba con la mirada. Supongo que les contó todo, de principio a fin, y ahí había otro nuevo motivo para que los Bellido me odien a muerte.

Me partía el corazón ver que nada resultó como esperaba, aunque, a decir verdad, ¿Podía salir algo bueno de eso? ¿De verdad esperaba que Renata nos perdone como si nada y nosotros pudiéramos casarnos, tener hijos, y una vida de ensueño? ¡No! Obvio que eso no pasaría, no entiendo en qué momento mi cabeza creyó que las cosas irían así. Y me dañaba aún más saber que mis sentimientos eran correspondidos, que al final toda esta aventura valió la pena porque pude escuchar lo que tanto quería de sus labios, pero, ¿A qué costo? ¿Cuál era la alegría de saber que estaba enamorada de mí si no podíamos estar juntos?

Me detesto, en serio lo hago.

Por otra parte, en este tiempo también intenté hablar con Renata, eso es obvio. Le quería contar la pura verdad, sabiendo que eso no cambiaría nada y solo haría que la dañe mucho más, pero quería sacarme un peso de encima. Después de haber prácticamente discutido adelante de Lucrecia, que aunque ella estaba en una habitación escuchó todo de principio a fin, eso no valía nada. Quería hablarlo con seriedad, como dos personas adultas que saben solucionar un problema.

No sabía que era tan peligroso jugar con los sentimientos de alguien, más de alguien que entregó todo por tí. Renata me llegó a contar hasta de su hermano, del que no le había contado a nadie, y yo simplemente la engañé. Me sentía para la mierda conmigo mismo, eso es obvio, pero si quería sacar la parte buena de esto es que me quedaría el aprendizaje, para saber qué nunca más hacer ni mis hijos tengan que hacer.

Samuel se alejó de mí, supongo que eso era de esperarse ahora que veo que él y Renata habían formado una linda amistad junto a Massimo. Supongo que se burlan de mí al verme tan solitario, sin amigos e intentando concentrarme en las clases, pero no puedo hacerlo cuando en mi cabeza solo aparece Lucrecia, la razón por la que desapareció de un día a otro y como la escuché llorando en la habitación de la casa de mi ex mejor amigo.

Ahora me encontraba sentado en el patio trasero, fumando marihuana mientras debería estar en clase de religión, que lo más seguro es que la desapruebe porque en todo el año habré ido menos de 20 clases. Me sentía un estúpido estando triste por recordar a Lucrecia con la más mínima cosa, cuando prendí el porro una lágrima cayó por mi mejilla, recordando que ella dijo que no le gustaba si fumaba. Y ahora aquí estoy, fumando en nombre de ella, extrañandola.

⎯ ¿Podemos hablar?

Cuando escuché la voz femenina levanté la cabeza al instante, dejando mi postura tan depresiva para no mostrarme vulnerable. Aunque, ¿A quién engaño? Parecía que al que habían sido infiel fue a mí, andaba deprimido en los pasillos de la escuela, en mi casa, en las clases, en cualquier lugar en el que estaba era obvio que algo malo estaba pasando en mi vida.

Renata se sentó a mi lado y sonrió levemente, yo apagué el porro para después guardarlo en el bolsillo de mi pantalón.

⎯ Parece que te ha afectado más a tí que a mí.⎯ río sin gracia.

i hate you| jjk✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora