catorce

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omnisciente

luego de aquella larga charla con sana, de la cual changbin se arrepiente muchísimo ahora mismo, solo pensó que lo mejor iba a ser cambiarse de horario pero iba a ser estúpido, a finales de año y un loquito pasando por preceptoría a pedir cambio de horario, era una locura.

─ bin, sabés que tenemos confianza así que te lo digo tranqui, ¿sos pelotudo?

el mencionado suspiró con notorio estrés y encorvó sus hombros para denotar la exageración del mismo.

llevaba quince minutos pidiendo en todos lados que le dieran el cambio pero ningún alumno accedía a darle su bendito papelito con horas y materias escritas. por lo que como última opción fue a ver a seungmin, un amigo suyo que iba a sociales.

─ todo para evitar a hwang, sos consciente de que querés cambiarte hasta de especialidad solo para esconderte del hecho de que tu mejor amigo se chamuya o anda en algo con el pibe que te gusta desde hace, no sé, ¿siempre? ¿sos consciente de eso?

─ la verdad que escuchándolo así si suena bien mogólico.

─ lo es changbin, y mucho según yo.

─ ¿me vas a ayudar o vas a seguir leyendo...─ levantó con su mano la tapa de aquel libro viejo, leyendo el título. ─...poesía tradicional japonesa?

─ ¿querés la verdad o la mentira?

preguntó el de cabellos castaños mirándolo por encima de sus lentes de pasta gruesa.

─ lo que te apetezca, kim.

─ me voy a quedar leyendo, gracias ya te podés ir.

y volvió la vista al bendito libro. changbin no entendía, entre tantos amigos que se pudo haber hecho conforme los años que pasaba en la secundaria vino a hacerse amigo de un amargado fanático de las finanzas como lo era kim seungmin. finalmente sin querer quejarse más, se sentó en la silla al lado del mencionado anteriormente y reposó su cabeza en sus brazos cruzados sobre la mesa de madera clara de la biblioteca. no podía hacer más nada, ahora mismo su cabeza pensaba en que, después de tanto tiempo (tres días para ser exactos), estaba aceptando su horripilante destino.

no ser quien le regale medialunas con dulce de leche a hyunjin, ni ser el portador de los sonrojos que este le provocaría por ver sus cambios de look, ni ser ese al que hyunjin agendaría como "noviecito" y un corazón marrón, esos que él usaba, tampoco podría llamarse padre de su perrito ni- bueno esto se está poniendo medio raro.

changbin sabía tanto de hyunjin y este no le daba ni la hora.

el timbre sonó, sacándolo de su estado deprimente, levantó la mirada viendo a seungmin y un chico rubio de pecas compartir un beso esquimal. pensó que era momento de dejar a kim solo de una vez por todas.

de camino a su curso volvió a cruzarse con sana, esta vez ella cargaba con tres enciclopedias que seguro pesaban más que una mochilas con piedras. se acercó tomando el papel de caballero y ayudó a la pelirroja con ellas, sana sonrió viéndole directo a los ojos.

seo jamás se planteó ver a sana de una forma que no sea una buena cercana y vecina pero para sana, changbin era todo, un buen chico, estudiante, hijo, nieto, amigo y vecino por supuesto. esto la entristecía mucho, siempre veía a changbin a través de su ventana y, siendo que ella casi no salía, lo consideró poco a poco un amor platónico.

hasta hoy, que changbin vino a contarle sus penas y eso llevó a minatozaki a pensar: ¿sería muy malo si aprovecho esto para volverme cercana a bin? y sí que lo sería.

piropos † changjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora