dieciséis

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sana

─ ¡que forro de mierda!

tiré el joystick al suelo, agradeciendo que changbin se haya sentado en el mismo y dejó por ahí uno que otro almohadón.

─ ¡tomá! ahora me debes un tinto.

toda la tarde habíamos estado jugando, no importa qué, todo desde mortal kombat hasta el FIFA, bien esquizos. la compañía de changbin era cálida y divertida por lo que me sorprendió un poco que al inicio, notandose tan tímido y reservado, haya soltado uno que otro dato que se sabía sobre videojuegos. aquello sin duda fue un golpe sorpresa.

después de un rato de partidas competitivas terminé por olvidarme completamente del hecho de que changbin me haya usado como una excusa pero si eso incluía que pasase el día conmigo, así como ahora, yo tranquilamente me ofrezco como excusa.

─ ¿querés que traiga algo para comer?

me levanté de mi asiento limpiando mi pantalón y automáticamente me quedé mirándolo esperando por su respuesta.

─ ay no sé, ¿tenés para pedir delivery? te pago la pizza.

─ mitad con huevo y mitad con salame.

─ estamos entonces.

tomé el teléfono fijo de la casa pasándoselo. para ese entonces que changbin dejaba que tomaran la orden, yo, como buena anfitriona se podría decir, buscaba cubiertos y todo lo necesario para comer.

por el momento no lo había notado tenso hasta que volvió a fijarse en su teléfono, justo cuando yo volvía de la cocina. llevaba un buen rato sin mirar el aparato pero ahora casi deja caer su vaso al suelo mientras sus ojos por poco y traspasaban la pantalla.

─ chang, ¿pasa algo? ¿estás bien?

levantó la mirada hacia mí, sus ojos con un brillo triste y un pequeño puchero. que tierno. no sana, no es momento de suspirar por lo lindo que es, concéntrate.

la luz artificial del celular de changbin llegaba a cegarme debido a que, desde que empezamos a jugar, la luz permaneció apagada por casi toda la tarde pero eso no evitó que después de unos buenos segundos de estar entrecerrando los ojos, pudiese finalmente ver aquello que ponía tan triste a mi acompañante.

ay la concha de la lora.

hyunjin y chan compartiendo un pequeño beso o eso se veía en la fotografía con un claro zoom aplicado para obtener esa imagen.

─ ay binnie, vení chiquito.

extendí mis brazos esperando a que el mayor se acurrucara en estos, acción que no tardó en concretar pues ya lo tenía soltando quejidos como un niño a punto de llorar. changbin a veces si era un niño.

estuvimos en esa posición alrededor de diez minutos hasta que changbin se enderezó, sin quitar de sus labios aquel pronunciado puchero y dijo en voz baja que volvería a su casa, le deseé buenas noches y que tratara de no pensar tanto en eso. ilusa.

sabía, desde que cruzó mi puerta, que lloraría un poco antes de dormirse completamente. sonaría raro decir que sabía cómo changbin se comportaba cuando algo como esto pasaba pero lo hacía. muchas veces vi desde mi habitación el como entraba a la suya de un portazo, tiraba su abrigo o mochila a la silla en frente de su computador y se echaba en su cama tapando su rostro.

y ahí, en ese momento con un game over brillando en mi televisión, una pizza recién recibida sin comer y sentada sobre un almohadón en el suelo, me di cuenta.

entrar en la vida de changbin en estos momentos iba a ser duro porque seo changbin siempre fue un niño al cual había que cuidar.

y yo sería la encargada de ello.

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corte rocho sung
en línea.

[foto]
MIRALOS A LOS PUTASOS

piropos † changjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora