Pt 2 🧸 0 3

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—Eish, me hacen pasar puros osos

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—Eish, me hacen pasar puros osos. —Me quejé caminando de espaldas, mientras los miraba. —No puedo salir a la calle porque ya se cayó alguien.

En eso choqué contra alguien, iba a caer de puritito hocico pero sea quién sea con el que había chocado me sujetó de la chaqueta.

—¿Decías? —Se burló Ran.

Aún suspendida en el aire, aquella persona me puso con cuidado en mis dos pies, y luego colocó su mano en mi hombro.

—¿Estás bien? —Dijo y yo me giré hacia ésta persona.

Finalmente noté al rubio de aquella vez, y mi corazón se alborotó.

Pero no porque me gustara, sino que lo tenía muy cerca.

—Desde aquí puedo oler que comiste Dorayakis. —Murmuré y él se puso colorado.

El chico se alejó de mí como si tocarme quemara.

Órale, salí poeta. Fierroooo.

—¿Y ahora tú qué? —Levanté una ceja curiosa.

—Es solo que... —Iba a contestar pero su amigo el grandote se acercó y se inclinó hacia mi.

—Yo te conozco... de alguna parte. —Dijo y yo acerqué más mi cara examinandolo.

—Yo también te conozco, pero ni idea, quizás de lejitos.

—Eh, chchch, saquense lejos de mi retoño. —Se quejó Ran haciéndonos separar. —Todos conocen por alguna razón a Chaeri.

—¿Cha...eri? —Preguntó el rubio más bajito. —Se me hace conocido tu nombre. Pero equis, equis, soy Mikey.

—Chaeri. —Sonreí aceptando su mano.

—Si, si, yo soy Draken, un gusto, pero ya nos vamos.

—Ay no es cierto Kenchin.

—Que no digas ese... ¿Sabes que? Me rindo, has lo que quieras. —Dijo yéndose. —Les encargo al mugroso.

—Así que... ¿Chaeri? —Sonrió Mikey y yo lo miré atenta. —¿Quieres ir a dar una vuelta? Traigo moto.

—Oh, eso me agrada. —Asentí.

—¿Y qué demonios vamos a hacer con esto? —Señaló Rindo cargando las bolsas con los tacos que nos sobraron.

—¿Me das un segundo, Mikey? —Sonreí y él asintió.

Caminé hacia ambos hermanos, y los jalé de las orejas acercándolos a mi.

—A ver par de sonsos, ustedes se irán a la casa, yo al rato los veo ahí.

—Wey lo acabas de conocer, te gana por cinco años, no mames.

—¿Y? Ya me voy a juntar, deberían estar felices.

—O sea si, pero Jaeri y Jory nos ordenaron que te quedarás con nosotros.

—Entonces vayan a mi habitación y finjan que están conmigo viendo una película, yo que sé, hagan que su cerebro de cacahuate funcione. —Les di un sape a cada uno y volví con Mikey con una sonrisa. —¿En dónde estábamos?

—Vamos. —Me extendió su mano y yo la tomé, entrelazando nuestros dedos.

Por alguna razón, sabía que podía confiar en él, era como si lo conociera desde mucho antes.

Caminamos juntos hasta donde se encontraba su moto, y ya ahí él me pasó su casco.

—Ante todo la seguridad. —Dijo sonriente.

Subimos a la moto y pronto arrancó.

—Agarrate fuerte. —Me dijo y yo sólo pude abrazarlo por el torso. —O abrázame, cualquier cosa me agrada.

Los dos comenzamos a hablar mientras íbamos hacia nunca jamás.

Mentiris, ni siquiera sabíamos a dónde íbamos, pero me agradaba estar junto a él.

Me daba una sensación como... cómo si fuera algo que ya había sentido.

—Mikey. —Llamé.

—¿Mhm?

—Me agradas. —Sonreí y lo escuché soltar una risita.

—También me agradas, por eso mismo te dejé subir a mi moto, no cualquiera eh.

Nos detuvimos en un local de crepas, Mikey bajó para comprar unas mientras yo esperaba sentada en la moto.

—Oí, oí, ¿Esa no es la moto del agradable Mikey el invencible? —Dijo burlón un tipo acercándose.

—Hey, si, ¿Qué hace una belleza arriba de su moto? ¿Será una chica de una noche? —ellos rieron.

—Ah, nena, no te emociones con Mikey... Él es, tu sabes, cada noche anda con una y con otra. —Los tres tipos volvieron a carcajearse divertidos.

—¿Eh? ¿Me hablan a mi? —Sonreí forzada mientras bajaba de la moto.

—Oye Chaeri, no supe si te gustaba con helado, así que le puse helado, y... ouh, tenemos visitas.

—Mikey, dinos en donde conseguiste a tu perrita, quisiera una igual. —Dijo uno sonriente mirándome de arriba a abajo.

Puse mi mano en el hombro de Mikey, dándole una sonrisa.

—Yo me encargo. —Dije con voz dulce.

Me puse enfrente de los tres tipos.

—¿Algo más que decir?

—Lindas piernas, nena.

Me desconecté, sólo sentía como la brisa me abrazaba mientras mis brazos y puños se movían solos.

Cuando pude reaccionar, los tres tipos estaban en el suelo, y Mikey me miraba sorprendido con la boca abierta.

—Aguas, hay moscas. —Dije quitándole una crepa para después comerla. —¿Nos vamos? La migra no tarda en llegar.

—Eres increíble, me encanta.

Sonreí feliz, Mikey subió a la moto manejando con una sola mano ya que tenía la otra con la crepa.

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Save Your Tears [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora