Save Your Tears [Tokyo Revengers]

🌑 0 7

—¡Voy a matarlo! —Exclamó Mikey y entonces Chifuyu lo sostuvo de la playera, haciendo que Mikey no avanzara.

—Debe haber alguna explicación. —Dijo Chifuyu preocupado. —Baji en verdad te quiere, ¿Por qué haría eso tan de repente?

—Ni idea. —Sorbí mocos. —Gracias por el helado Mitsuya.

—No es nada. —Dijo con una leve sonrisa.

—¿Kazutora ya salió del tambo? —Cuestionó Mikey. —Para decirle que le vaya a dar un tubazo al Baji por idiota.

—Ese Kazutora, se supone que salió hace unas semanas. —Dijo Draken mientras bufaba.

—¿Otra vez? ¿Pues que hizo? —Preguntó Chifuyu.

—Se andaba ligando a la esposa del jefe de policía, y el Don se enojó y le planto droga, por eso estuvo ahí. —Dijo Nahoya riéndose. —Pobre vato, por cualquier burrada lo andan metiendo al bote.

Mikey se sentó a mi lado y entonces lo abracé cuál koala.

—Si quieres te presento a otros chicos. —Me dijo y yo negué. —No se diga más, Kenchin, llama a todas las pandillas posibles, de preferencia los que tú veas más caritas.

—Agh, nada más porque la niña está triste. —Viró los ojos y se fue junto a los Kawata.

—Que no quiero. —Lloriqueé.

—¿Y si te doy más helado? —Preguntó Mitsuya.

—Que por otro lado... no me vendría mal.

Mitsuya viró los ojos con una risita y pronto sacó de su mochila un paquete de paletas.

—Iré a llevarlas al refrigerador. —Dijo.

—¡No, no hagas eso! —Chillé arrastrándome hasta el final de mi cama. —Mikey, vete.

—¿Eh? ¿Cómo pors?

—Vete o le dices bay bay a tu mantita.

—¡Eres más mala que la carne de puerco! —Exclamó corriendo.

—Por aquí querido Mitsuya. —Dije yendo hacia mi armario. —Te presento, Narnia.

—¿Por qué demonios tienes un mini refrigerador?

—Porque los hermanos Sano se comen mis cosas, por eso lo dejo aquí.

Él sacó de la caja las paletas y las dejo en el espacio del congelador.

—Es un placer hacer negocios contigo. —Sonreí extendiendo mi mano hacia él, después él la tomó sonriente.

Ambos agitamos nuestras manos y luego reímos apartandonos.

Mikey regresó para acostarse con su mantita, palmeando el lado junto a él.

—No, no te acuestes, mejor ve a bañarte o algo, si Kenchin consigue morros chidos para ti, vas a tener que salir a calificarlos.

—Pero me da flojeraaa, mejor que Mitsuya les tome fotos y me las pase, y pues ya los califico desde aquí. —Señalé mi celular.

Pero en ese momento comenzó a vibrar, colocando el nombre de Baji ahí.

—¡Mikey, contesta!

—A ver dame. ¿Hola?.... Ijole, no está, se fue a... A Mayami. Dijo que ya no quería verte y se fue.... ¿Ah? ¿Chicos fuera? Ya ves... Andábamos pensando en hacer un reventón, como ni Emma ni Chae estarán.... Nel carnal, no estás invitado. ¡Aguas con pelearte con alguno de esos chicos! ¡Baji, hijo de la verdolaga!

Mikey se levantó corriendo con mi celular y salió de la habitación.

—Ah, ¿Cuando se le quitará esa maña de pelearse con todos los que se ponen en su camino? —Suspiró Mitsuya. —Iré a ver en qué puedo ayudar, por ahora vístete y ponte decente.

—¿Qué? ¿Esto no es estar decente?

—Chae, ¿Cómo te lo digo sin que te ofendas? Pareces espanta pájaros, y esa pijama de Darth Vader no...-

—Bueno, bueno, tampoco hay que ser tan crueles, ya me cambio. —Dije avergonzada.

Corrí hacia el baño a darme pues un bañito rápido de quince minutos, luego salí me puse un vestido para no tardarme más buscando, y luego comencé a arreglarme.

—¿Ya estás? —Preguntó Mitsuya al otro lado de la puerta.

—Si, ya. —Murmuré abriendo la puerta. —¿Me veo bien?

—Pues... Te ves decente, vamos, te están esperando.

No les voy a mentir, esperaba que me dijera que me veía bien, mínimo. Así que me desanimé un poco.

Pero apenas bajé me sorprendí al ver a varios miembros de todas las pandillas. Seguramente Draken no les dijo sobre quién se trataba.

—¿Sabes qué? Mejor vuelvo a la cueva.

—Nanananana. —Dijo Nahoya. —No trajimos a todo mundo aquí para darles las gracias y ya, ven, Draken te va a presentar. Pero chingale porque me caga ver tu jeta.

Nahoya me empujó contra la bola de chicos y entonces caí sobre uno.

—¡Maldición! ¿Qué demonios tienes con caer sobre mi? —Exclamó el chico de gafas.

—Perdón. —Murmuré levantándome rápidamente. —¿Estás bien?

—Tampoco es como que fueras pesada, pero... Ah, ¿Por qué demonios nos citaste a todos aquí?

—¿Yo?

—Si, Smiley fue quien dijo que querías vernos. —Dijo el chico con una cicatriz de quemadura en el ojo. —Pero, a cada uno le dijo una cosa diferente, parece.

—¡Nahoya!

—¡Voy a ver si ya puso la marrana!