Pt 2 🧸 0 2

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—Me caes mal, te odio, eres peor que la mugre

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—Me caes mal, te odio, eres peor que la mugre. —Gruñó Rindo bañado en harina.

—Me vale, me vale. —Dije encogiendome de hombros rápidamente. —Se lo merecían.

—¿Y eso como por qué?

—Por decirme retoño.

—¿Esa mamada qué? —Cuestionó molesto Ran. —Todavía de que te salvamos de la regañada de tu abuela.

—Relajense, ni que les hubiera pegado feo. —Dije revolviendo el cabello de ambos, sacando un poco de la harina. —Ugh, yo que ustedes me iba a bañar, parecen polvorones.

Ambos hermanos se miraron y tras un asentimiento sonrieron malévolos.

—No me agradan esas expresiones. —Dije confundida.

Ellos me tomaron por los brazos levantándome del sillón y me llevaron a la cocina, pronto tomaron la bolsita de harina para echarmela en la cabeza.

No sé de dónde salió, ni por qué fue, pero le solté una patada en la cara a ambos chicos, después los jalé del cabello llevándolos a la bañera en donde abrí la llave.

—Ahora si se van a bañar, cerdas. —Reí echando la cabeza de uno hacia el agua, luego lo saqué y metí al otro, y así sucesivamente.

Eso hasta que Rindo dejó de moverse. Pero cuando lo saque y me aseguré de que seguía vivo, me empujó hacia la bañera.

—¡Rindo, hijo de la matraca, te voy a matar!

—¡Huye Ran, ahora que no se puede levantar!

Me levanté como pude y corrí hacia ellos, casi me doy en la madre en el pasillo porque me resbalé, pero logré llegar hasta la habitación de los dos, sin embargo me cerraron la puerta en la cara, haciendo que cayera al suelo de espaldas.

—¡Idiota la mataste!

—¿Para que choca la babosa contra la puerta? ¿Qué no ve que la estoy cerrando?

—¿Está respirando?

Sentí como ambos se acercaban para verificar que estaba viva, pero los tomé a ambos de la nuca haciendo que chocarán sus cabezas.

—¡Vingança! —Exclamé riéndome cuál loca.

—¿Desde cuándo sabes.... portugués? —Cuestionó a medias Ran. —

—¿Tú como sabes que es portugués? —Ladeé mi cabeza confundida.

—Lo sé porque teníamos un amigo, camarada, jefe, que estuvo en Brasil y generalmente se le daba por decir groserías en portugués. —Dijo Rindo ayudándome a levantar.

Pronto la cara de un chico con ojos claros apareció en mi mente.

—Bueno... no lo sé, en realidad no tengo memorias antes de llegar aquí. —Me encogí de hombros. —Toda mi vida anterior parece solo un rayón en mis recuerdos.

—¿Entonces...? ¿Cómo sabes que somos tu familia?

—Bueno, cuando estuve en el hospital de Corea... —Intenté recordar cómo había sucedido todo, pero no podía, al contrario, comenzó a dolerme la cabeza. —Sólo.... La abuela Jory llegó diciendo que yo era su familiar, y tras confirmarlo con muestras de ADN vinimos para acá.

—Oh, entonces... Aguanta, aguanta, ah, no si... Es que nos habían dicho que alguien era adoptado, pero bueno si, tu abuela Jory es adoptada por nuestra abuela Rony, lo cual si concuerda. Prosigue.

—Ella me dijo que mis padres habían desaparecido, y que ella apenas tuve cinco me mandó a un internado en Corea por lo que no conocía nada de ustedes. Según tuve un accidente automovilístico de camino hacia acá por eso es que no recuerdo nada de lo de antes.

—¿Y por qué nosotros no te recordamos? Conocemos a todos en la familia, pero ni a ti ni a la tía Jory ni a los demás los conocíamos.

—Eso si no se los puedo explicar, no recuerdo, dah, pinche menso.

—¿Ya agarramos esas confiancitas, babosa?

—Ya me voy a bañar, ustedes hagan lo mismo.

—¿Y si después vamos por tacos? Yo invito. —Dijo Ran.

—Hasta que por fin dices algo inteligente, trencitas. —Sonreí. —Los veo en la sala.

°°°

—Oí, me das otros dos de campechana, por fas. —Llamó Rindo al taquero.

—Salen dos de campechana para el güero, ¿Con todo?

—Deme de la salsa que no pica.

—Abron. —Me burlé. —Te creía más macho.

—Echeme dos cucharadas de la que pica, y póngale unas dos rodajas de habaneros. —Le dijo al taquero quien se rió divertido. —Ahora vas a conocer al verdadero Rindo Haitani, chingao'.

Tres Doritos más tarde... 📐📐📐
(Finjan que son Doritos.)

—¡Ran chingale con la leche culero!

Golpeé la mesa con mi puño sin poder dejar de reír.

—Me voy a hacer chis. —Chillé entre risas.

Todos los clientes de la taquería estaban riéndose de Rindo.

—Me voy a morir, y va a ser tu culpa. —Me señaló Rindo tomándole rápido a su refresco. —¡Ya me enchile más vale madre!

—Ay, ay, mi pancita.

Ran finalmente le llevó la leche y Rindo se la acabo rápidamente.

—¿Otros tacos güero?

—Saquese por allá, Ran pagale y fuimonos.

—Gracias por los tacos. —Agradecí despidiéndome.

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Save Your Tears [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora