Save Your Tears [Tokyo Revengers]

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—Kisaki, entiendo que después de lo que sucedió me quieras muerta, pero no es la solución, carnal.

—¿Entonces que propones? —Viró los ojos.

—P-Pues... algo normalito, que no implique la muerte de alguien. —Murmuré.

—¿Ahora sí podemos ser los Hanma's o todavía no? —Puchereó el más alto.

—Escucha, la única forma de que Mikey pueda volver en sí es sacrificandote, aunque claro, nosotros te salvaremos de ser necesario.

—Ay no, me contaron lo que le hicieron a Chifuyu, paso, gracias pero no gracias.

—Chaeri, Mikey ya no tiene solución. Y si quieres ayudarlo de alguna forma, es así como yo te lo digo.

—Pero...-

—O dinos otro plan, y yo veré qué hago. —Se cruzó de brazos.

Mis manos estaban ocultas, en realidad ni siquiera confiaba en ellos como para contarles lo que sucedía.

—No quiero involucrarlos en mi pelea y la de Takemichi, ésto es nuestro. —Dije con determinación.

Ambos chicos se miraron y suspiraron.

—Bien, pero después no vengas pidiendo nuestra ayuda. —Dijo Hanma levantándose de mi puf, siendo seguido por Kisaki, y ambos chicos volvieron a salir por la ventana. —Sonsa.

Apenas ellos salieron, me volví a acostar.

El plan de Kisaki era complicado. Hacer que las tres deidades se enfrentarán y después yo tratar de intervenir. ¿Saldría golpeada? Yo creo que sí. ¿Podría morir? También lo creía. Por eso mismo me negué.

Necesito estar viva para reunir a todos y que tengan su final feliz.

South regresó al cabo de tres horas, me trajo comida y él mismo me dio de comer mientras me contaba lo que había hecho.

Él siempre parecía disfrutar del hecho de golpear a sus enemigos, topos o incluso cualquier baboso que se le cruzará. Hasta cierto punto me recordaba a Baji.

—Chaeri. —Llamó y yo lo miré atenta. —Quiero que seas parte de Rokuhara Tandai.

—¿Eh? Pero ni siquiera estoy al nivel para pelear. —Dije sorprendida.

—No es necesario que pelees, sólo quiero que estés ahí conmigo, ¿Podrías hacer eso por mí? —Me miró con ojos suplicantes.

Fruncí mi entrecejo haciendo un puchero.

—Pero si me dan en la madre es tu culpa y te haces cargo. —Murmuré.

—Nunca dejaría que te den en la madre. —Dijo burlón mientras revolvía mi cabello. —Ni siquiera permitiría que alguien te pusiera un dedo encima.

Sonreí abrazándolo. En verdad le había tomado mucho cariño a South, era muy atento conmigo, como un hermano mayor, cuidaba de mi en cada momento, incluso hasta el más pequeño detalle, como el solo hecho de tener abajo el cierre de la sudadera él lo subía.

Pero entonces el sonido de su celular interrumpió el momento, haciendo que soltara maldiciones en portugués.

Él atendió el celular saliendo de la habitación, por suerte dejó la puerta abierta y yo pude ir al baño, bajando mi pantalón y bragas casi casi con los codos.

Terminé de hacer mis necesidades y como pude me subí las bragas junto con el pantalón.

Cómo no tenía manos pues ya ni como lavarmelas.

Pero apenas salí del baño, un mareo horrible me llegó, tan fuerte que incluso caí al suelo, jadeando en busca de aire. Era como si me hubieran dado un golpe en el estómago.

—¡Chaeri! —Exclamó South corriendo hacia donde estaba. —¿Qué sucedió?

Me ayudó a levantar y entonces sentí una extraña corazonada.

—Takemichi está aquí. —Dije con dificultad.

—¿Ahora aquí?

—No, él volvió. —Murmuré intentando que él no pudiera entenderlo, no sabía nada acerca de los viajes del abuelo, solo que yo había venido para salvarlos.

South me llevó a la cama en donde me arropó.

—Tengo que irme, ¿Estarás bien? —Preguntó y yo asentí. —Regresaré en unas horas.

South salió de la habitación, cerrando la puerta, y a su vez saliendo de la casa.

¿Qué demonios viene a hacer ahora el abuelo?