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Chaeri Hanagaki, (15 años)

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Chaeri Hanagaki, (15 años).

Mi gustito de andar de visita ya me había durado dos años, pero no me quejaba... Bueno si me quejo, pero no mucho.

Es que el abuelo Sano y Emma me ponen a recoger y hacer quehaceres, esta no es la vida de lujos que merezco.

Yo nada más quiero estar de a patrona.

—¡Chae, te toca tender la ropa! —Exclamó Emma dejando la canasta de ropa ya limpia en la mesa. —¡Shin, te toca trapear, Mikey ya acabó de barrer!

—¿Yo por qué? —Exclamó con molestia Shinichiro mientras se asomaba.

—¡Porque yo ya hice todo lo demás! —Exclamó la rubia y yo rápidamente tomé la canasta y me salí al patio para comenzar a tender la ropa.

—¡Oi Chae! —Exclamó Mikey desde arriba en su habitación. —¡Iremos con Kenchin!

—¿Me preguntas o me ordenas?

—¡Te lo ordeno! —Rió.

—¡No puedo, tengo que ir con Emma a su clase de...!-

—¡Ni modo, ni modo, vas conmigo!

—¡Mikey, no acapares a Chaeri! —Exclamó Shinichiro.

—¡Dejen de gritar idiotas, Chae va a ir conmigo! —Exclamó Emma.

—¡No se vale!

Los tres hermanos comenzaron a gritarse entre sí. Y eso sólo me hizo reír feliz.

Mis padres en el futuro no podían tener hijos, bueno, no tan así, la cosa es que era muy complicado y pues yo fui un embarazo de alto riesgo. Así que después me quedé con las ganas de tener algún hermano o hermana.

Pero ahora que estoy con ellos, me siento feliz porque es como si ellos fueran mi familia.

Aunque eso no quitaba que extrañaba a mi verdadera familia, sobre todo al abuelo Hanagaki y sus raros inventos. Porque además de la máquina, se encargaba de hacerme juguetes para que yo pudiera pasar el rato.

—¡Fin de la discusión! —Exclamó Shinichiro y entonces me tomó del brazo, jalandome dentro de la casa y pronto salimos de esta, caminando hacia su moto. —Sube, corre, corre, antes de que Mikey venga.

—Sabes que va a querer pelear contigo. —Dije con burla. —Y también sabes que te gana.

—¿Qué me puede estar haciendo un mendigo chaparro?

—¡Este mendigo chaparro te va a partir tu madre! —Exclamó Mikey poniéndose las chanclas.

—¡Mierda!

Shinichiro me cargó y sentó en la moto, luego subió él y arrancó a toda prisa. Mikey iba detrás de nosotros en su moto, y después pude ver cómo Emma pedaleaba con fuerza en su bici.

—Me aparece que te van a partir tu madre. —Le dije.

—¡No si huimos del país!

—¡Shinichiro!

—¡Era broma! ¡Iremos a otro estado!

Me divertían este tipo de peleas entre los hermanos.

Generalmente los tres se peleaban por mi atención, lo cual me hacía sentir de alguna forma querida. Aunque igual no sabía porque querían mi atención.

—¡Shinichiro, ya está en rojo! —Exclamé asustada.

—¡No hay pedo!

Y aceleró, pasando rápidamente por detrás de un auto y entonces perdimos a los otros hermanos Sano.

—¿Y ahora que hacemos? —Preguntó él bajando la velocidad.

—¿Cómo? ¿No sabes?

—Bueno, esperaba que me invitaras a algún lado.

—Idiota, no traigo ni mi celular, ¡Además traigo el calzón de Mikey en el brazo!

—Wakala, ¿Por qué traes esa porquería?

—Porque pongo todos los calzones en mi brazo para que me sea más fácil colgar primero los calcetines y luego los calzones.

—Tiralo, después le compro unos y hasta mejores.

Viré los ojos pero después los guardé en mi chaqueta.

—Bien, cambio de planes, iremos con Takeomi, sirve de que juegas a las muñecas con Senju.

—Yo ya no juego con muñecas.

—Asco tu infancia.

Para cuando llegamos a la casa de los Akashi, Sanzu fue quien nos abrió, sonreí y el chico se puso colorado.

—Venimos de visita, la mejor visita que pueden tener, lo sé, somos increíbles. —Dijo Shinichiro colocando su mano en la cara del chico para después apartarlo de la puerta y hacerme entrar. —¡Ya llegamos familia bonita!

—¿Quién los invitó? —Se quejó el señor Akashi.

—¡Chae! —Exclamó Senju corriendo hacia mi y literalmente me tacleo.

—No siento mi trasero. —Murmuré.

—¡Te esperé toda la semana! ¡Waka y Benkei me enseñaron nuevas técnicas de pelea! —Exclamó eufórica.

—Chica, vas a tener que enseñarme a pelear algún día. —Dije sonriente. —Shinichiro y Mikey no quieren enseñarme, que porque para eso están ellos, oilos.

—¡Yo te enseñaré! —Exclamó ella.

En éstos dos años, había conocido a personas que desearía también haber conocido en el futuro. Desconozco qué fue de ellos, pero si el abuelo quiso venir para ayudarlos, yo haré ese trabajo y los ayudaré como me sea posible.

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Save Your Tears [Tokyo Revengers] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora