13.

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Tom condujo a lo largo de la calle de Alexa pensando en el silencio en el interior del carro. Alexa no decía ni pio, y él no se atrevía a molestarla. Le había propuesto llevarla a casa y por fortuna ella aceptó.

Tom no podía resistirse a ella, había sido una tortuosa semana evitándola, pero lo compensaba el hecho de Alexa corriendo a sus brazos. Quería cuidarla, protegerla, amarla, lo que fuera necesario para tenerla a su lado. Estaba perdido, debía admitirlo.

Alexa tragó saliva con dificultad cuando Tom se estacionó frente a su edificio y miró a la ventana que daba a su apartamento. La luz que daba a su habitación estaba apagada y había un silencio muy tenso en el ambiente. Su cuerpo entero se puso rígido. 

Tom carraspeó antes de hablar para primero llamar su atención.

-Puedo acompañarte- propuso Tom- si eso te hace sentir mejor.

-Sí, por favor- le respondió Alexa casi de inmediato, y eso fue suficiente para que Tom se bajara del carro y le abriera la puerta.

Con la presencia de Tom a su lado, toda su perspectiva cambió. Sabía que él cuidaría de ella, se lo había demostrado en otras ocasiones. Tomó aire y metió la llave en el cerrojo antes de darse cuenta que estaba abierta. Al entrar, miró con cautela a todos lados. Las luces de la sala y cocina estaban encendidas, pero todo estaba en completo silencio. Un silencio expectante y tenebroso. Por un momento pensó que sería Mich quien saldría por la cocina, pero no había indicios de él. Alexa soltó un suspiro lleno de alivio.

-Parece que por fin se fue- le dijo a Tom, él asintió en acuerdo y le permitió el paso a su apartamento. Ambos colgaron sus abrigos en el perchero del vestíbulo.

-¿Tiene llaves?- preguntó Tom, refiriéndose a Mich. Alexa asintió con la cabeza.

- Deberías cambiar la cerradura, por seguridad- sugirió Tom, mirando a todos lados suspicazmente.

-Sí, lo haré- dijo Alexa, poniendo su mano sobre el musculoso brazo de Tom para captar la atención de sus ojos zafiro. La mirada le brilló y su expresión se relajó- ¿Quieres un té?

-Por favor- respondió Tom, con la misma caballerosidad que siempre lo caracterizaba y a ella le encantaba. Fue a la cocina y Tom se sentó en uno de los taburetes de la barra, escudriñando cada uno de sus movimientos mientras llenaba la tetera con agua y la ponía sobre el fuego.

-¿Cuál te gusta?- sacó un frasco con bolsitas de té y lo dejó elegir. Cuando estaba con Tom, se olvidaba de todo, su cuerpo se destensaba, su cabeza borraba toda preocupación, su sonrisa era inevitable y su expresión era relajada.

¿Cómo alguien se atrevería a levantarle una mano a este ángel? Pensó Tom y su cuerpo entero se tenso al pensar en Mich dándole una bofetada y la expresión asustada que Alexa debió poner. .

-Perdón por haberte sacado de tu trabajo así- dijo Alexa, apoyándose en la barra mientras esperaba que el agua hirviera. Tom sacudió la cabeza saliendo de sus pensamientos y enfocándose solo en ella- Es solo que cuando sucedió, pensé en ti y... ¿Sabes algo? Te tengo mucha confianza, Tom.

-¿Por qué no pesaste en Chris?- preguntó Tom. Alexa se encogió de hombros y miró al piso con timidez.

-Chris hubiese llegado como un rayo aquí y golpeado a Mich hasta dejarlo en el hospital- dijo Alexa y negó con la cabeza, asqueada de solo pensarlo- yo no quería eso. Tú no eres esa clase de persona, eres demasiado bueno para este mundo, Tom.

Inconscientemente, Tom miró sus labios y la manera en que lo halagaban. Sonrió un poco, ligeramente sonrojado. Su corazón latió con fuerza y transportó su mirada a los ojos verdes de Alexa que lo miraban con nerviosismo, expectantes...

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora