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Alexa se apoyó en el lavabo de su baño y el reflejo de su palidez como la de un fantasma le devolvió la mirada. Era horrible verse así. La hacía estremecerse de pies a cabeza y ni se diga cuando veía su propio cuerpo desnudo lleno de profundos moretones.

Una semana, ese era el tiempo que llevaba con la quimioterapia. Era el último día del año y podría decirse que la última quimio del año, pero no se salvaría de ellas el siguiente. Se enderezó y tomó una gran bocanada de aire antes de cepillarse los dientes, preparándose para salir del apartamento.

Mientras tomaba el ascensor, incapaz de bajar las escaleras del edificio sin perder el aliento, su celular vibró en su bolsillo. La única persona que podía alegrarle el día era Tom, solo él era capaz de arrancar una auténtica sonrisa de su boca en los peores días, y últimamente había tenido muchos de esos.

-Hola, cielo- saludó él con un tono suave- ¿Ya vienes al hospital?

-Sí, voy de salida.

-Toma un taxi y lo pago cuando llegues- ordenó Tom.

-No es necesario, Tom. Puedo tomar el metro- llegó al exterior y se estremeció del frio. Cubrió su boca con la bufanda y se acurrucó en el abrigo calientito.

-Por favor- casi rogó Tom tras la línea- Si pudiera iría por ti, pero el hospital no tiene suficiente personal.

-Está bien, si eso te hace sentir más tranquilo- levantó una mano para detener el LTI TX4 oscuro que pasaba por la avenida.

-Lo hace- dijo Tom soltando un suspiro- Siento que no pudiéramos planear nada para año nuevo.

-¿De qué hablas? Pensé que estar en tu consultorio era un plan perfecto- le dijo Alexa con tono burlón. Le indicó al taxista la dirección y comenzó la trayectoria.

-¿Después de la quimioterapia?- preguntó Tom. Pudo escucharlo sonreír del otro lado.

-Así es- coincidió- Nos vemos, galán. Llego en diez minutos.

_______

Juntos cruzaron las puertas del hospital por una entrada lateral, puesto que la principal incluía exponerse a demasiada gente.

-Dios- exclamó Alexa- ¿Qué sucedió? ¿Por qué hay tanta gente?

-Es año nuevo- replicó Tom- Siempre hay trabajo en los hospitales, pero no los suficientes doctores para cubrir.

-¿Te pidieron quedarte?

-No, yo decidí quedarme- Alexa lo miró con curiosidad y Tom le sonrió tímidamente- Estadísticamente mucha gente muere en año nuevo por no haber suficiente personal en todos los hospitales. Si puedo ayudar a cambiar un poco esos números, lo haré.

-Por eso estoy tan enamorada de ti- confesó Alexa. El corazón de Tom palpitó con rapidez y no pudo evitar detenerla a mitad de un pasillo vacío para inclinarse sobre ella. Atrapó sus labios en un tierno beso y acarició su mejilla con los dedos. Su cosa preferida en este mundo se había vuelto el toque de su piel bajo la yema de sus dedos, su sonrisa deslumbrante, encantadora y el brillo en sus ojos verdes cuando estaba lo veía.

-Antes de salvar al mundo, permíteme acompañarte a tu destino, cielo mío- le susurró Tom rozando sus labios rosados. Acarició la punta de su nariz con la suya y Alexa asintió con una sonrisa mostrando sus dientes.

De regreso del área de oncología, Tom casi corrió por el pasillo y al doblar en la esquina chocó con alguien.

-Lo siento- se disculpó rápidamente, pero se detuvo abruptamente cuando se dio cuenta de quién se trataba.

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora