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Alexa se removió entre sueños y abrazó la almohada soltando un fuerte suspiro. Había una pequeña sonrisa plasmada en su rostro. Tom cubrió su espalda desnuda con la cobija, evitando cualquier movimiento brusco que pudiera despertarla. La única luz de la habitación entraba por las cortinas abiertas. Aquella noche había luna llena que iluminaba el cuerpo desnudo de Alexa junto a Tom, su cabello brillaba bajo el resplandor y caía desordenado en la almohada.

Habían hablado muy poco antes de que Alexa se quedara dormida murmurando cortos asentimientos para fingir que aún lo escuchaba. Tom no quiso despertarla, así también evitaba que lo corriera de su apartamento, y se abría la posibilidad de dormir a su lado esa noche.

Lo curioso era que, no quería dormir. Lo único que deseaba era no perderse ningún segundo a su lado. Pasó sus dedos por su largo cabello castaño. Era suave, bien cuidado y brilloso. ¿Qué sucedería cuando lo perdiera por la quimioterapia? Perdería su brillo, el de sus ojos, el de su piel, el de su personalidad, todo se iría con el tratamiento, y sólo pensarlo hacía que la angustia se apoderada de él.

Alexa gimió con suavidad entre sueños y él continuó peinando su cabello con sus dedos. Con un suspiro, se deslizó en las cobijas y la abrazó por la espalda desnuda. Ella se pegó a Tom, con su trasero presionando su entrepierna y su mano entrelazó sus dedos con los de Tom en su abdomen.

Se sentía bien. Su pequeño cuerpo se sentía tan bien entre sus brazos. Abrazarla, sentir su calidez, aspirar su aroma, escuchar sus suaves murmullos, sentir su piel tocando la suya, escuchar el tranquilo latir de su corazón, la respiración lenta y profunda...

Enfocándose en todo eso, los párpados comenzaron a pesarle y sin darse cuenta, se sumió en un profundo sueño que no pudo ser interrumpido por nada más que una delicada caricia en su mejilla, como si se tratara de una pluma, pero se trataba de los dedos de Alexa. Lo descubrió cuando abrió un poco los ojos.

Ella lo miraba desde arriba con una sonrisa de lado. Tom se aclaró la garganta antes de hablar, pero aún así su voz salió ronca y profunda.

-Buenos días- dijo, fijándose como los rayos de sol iluminaban el rostro de Alexa. El corazón de ella latió con fuerza y algo palpitó con deseo entre sus muslos al escuchar su voz.

-Buenos días, tramposo- dijo Alexa con un tono jocoso. Él arqueó una ceja, confundido- Aprovechaste que me quedé dormida para quedarte.

Tom se removió incómodo.

-No pensé que te molestaría- dijo Tom. Su tono de voz había cambiado a uno triste y no la miraba directamente a los ojos- Lo siento.

-No me molesta- aclaró ella- En realidad, fue lindo.

-¿Si?

Alexa asintió viendo como los ojos de Tom brillaban esperanzados. Se inclinó para besarlo en los labios. Fue un beso lento y tierno que dejó a ambos con ganas de más, pero fue entonces que Tom recordó e interrumpió el momento.

-¿Qué hora es?- preguntó.

-Casi las diez- le respondió y Tom maldijo entre dientes.

-Tengo que ir al hospital- suspiró con cansancio, antes de sentarse en la cama. Alexa lo siguió con los ojos mientras él se ponía de pie y se vestía con la ropa tirada en el suelo. Su corazón se encogió ante la idea de su partida. Tom peinó su cabello rubio con los dedos, pero se le habían formado unos chinos rebeldes que Alexa veía por primera vez.

-Vendré más tarde, ¿de acuerdo? - aseguró Tom mientras abrochaba el reloj alrededor de su muñeca. Ella se había quedado hipnotizada mirándolo hasta que él arqueó una ceja en su dirección con una sonrisa picarona- ¿Sí?

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora