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Alexa se removió con inquietud viendo cómo los niños trabajaban en relativo silencio mientras ella se encargaba de revisar los exámenes sobre su escritorio. Sin embargo, no podía concentrarse. Después de clases tendría ir al St. Thomas hospital y su mente no hacía más que pensar en el Dr. Hiddleston una y otra vez, en lo bien que se había visto con esmoquin negro la noche anterior, aunque ahora que lo pensaba, no importaba lo que se pusiera, siempre se veía bien. Era un hombre elegante, apuesto, caballeroso, noble y...podría describirlo por horas hasta quedarse sin adjetivos. El olor a loción masculina le llegó del abrigo que colgaba del respaldo de su silla, el mismo que le había prometido regresar cuando volviera a verlo. Ese olor, le recordaba a Tom, y a nadie más.

-¡Aaaah!- gritó uno de los niños desde su asiento y Alexa alzó la mirada de inmediato. Al chico le sangraba la nariz y una de las niñas estaba junto a él con cara de inocencia-¡Me pegó!

-Me estaba jalando el pelo, maestra- se excusó la jovencita y los demás comenzaron a hablar entre ellos y reír, y así fue como el salón entero se descontroló.

-¿Qué sucedió de verdad?- preguntó Alexa con tono serio, poniéndose de pie y acercándose a ellos. Charlie, el niño con la nariz ensangrentada bajó la mirada, avergonzado.

-Me estaba jalando el pelo y diciéndome que era una fea-Alexa quiso reír por la ridícula manera de los niños de llamar la atención de una chica.

-Creí que ya habíamos hablado del respeto a las personas- dijo Alexa y Charlie abrió la boca para argumentar- sin importar su género o edad. ¿Cuál es la necesidad de ofenderla de esa manera, Charlie?

Jonathan regresó del baño corriendo con papel para la sangre y Alexa ayudó a limpiar a Charlie la sangre mientras lo miraba con suavidad. Él hizo pucheros y los ojos se le llenaron de lágrimas.

-¿Quieres pedirle perdón a tu compañera?- le dijo Alexa y la chica se le acercó con timidez a Charlie quien mantenía la cabeza agachada.

-Perdón, Mónica- susurró él y sus amigos tras él soltaron risitas, pero Mónica sonrió complacida.

-Mónica, tampoco es necesario recurrir a la violencia- dijo Alexa, ahora mirando con seriedad a la chica- ¿Quieres decirle algo a Charlie?

La rubia también se disculpó y así fue como su jornada laboral terminó. Los despidió a todos para que pudieran irse a sus casas y tomó su bolsa, apagó la luz del aula y cerró la puerta.

En el camino se despidió de Nidia y tomó el metro, acurrucándose en su abrigo. El frío cada día era peor que el anterior.

Cruzando la calle para llegar al hospital miró al cielo nublado y puso los ojos en blanco. No era novedad que lloviera en Londres, pero para alguien como ella que tenía que llegar a todos lados caminando, era un impedimento para muchas cosas.

Tomó el ascensor al piso de medicina interna y cruzó el largo pasillo donde estaban las personas hospitalizadas, al fondo se encontraban los consultorios y entre ellos estaba el del Dr. Hiddleston.

-Está ocupado, en un momento más sale- dijo la enfermera de la recepción mirando una vez más su celular. Alexa miró a la puerta del consultorio cerrada y escuchó voces en su interior.

Estaba a punto de tomar asiento cuando la puerta se abrió y del consultorio salió James, el residente del doctor Hiddleston, que la miró y sonrió.

-Doctor Barnes- saludó ella.

-Señorita "odio los doctores"- dijo James con una sonrisa- para ser alguien que odia lo doctores vienes mucho al hospital.

-¿Cómo lo sabes?

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora