Tom dejó en el piso de su apartamento la última caja de Alexa. Ella lo alcanzó, rodeó su cuello con su brazos y lo besó. Esos besos les habían tomado demasiado tiempo en el proceso de mudanza. De una cosa pasaban a otra y a continuación ya estaban otra vez en la cama de Alexa haciendo el amor con las cajas a medio empacar en la sala.
Bobby olisqueó la caja de ropa con curiosidad y movió la cola, feliz. Tom dejó diversos besos en toda la mejilla de Alexa haciéndola sonreír, iluminando su día en el proceso.
-Espero que esto sea todo- dijo Tom, poniendo ambas manos en su cadera y recargando el peso en una pierna con aire cansado.
-Oh no, aún nos falta, cariño- dijo Alexa con una sonrisa burlona. Tom soltó un quejido y se dejó caer en el sofá jalando a Alexa en el proceso. Cayó en el regazo de Tom y lo abrazó.
La calidez de su pecho y la seguridad que le brindaban sus brazos era algo de lo que nunca se cansaría.
-Amor- llamó Tom. Alexa lo miró- En una de las cajas guardaste una rasuradora, ¿vas a...?
Alexa miró hacia otro lado algo incómoda.
-Solo no me he atrevido- admitió Alexa en un murmullo. Recostó su oreja en el pecho de Tom, escuchando los tranquilos latidos de su corazón- eso es lo que te iba a pedir el otro día.
-¿Quieres que lo hagamos?- preguntó Tom. La mano de Tom se posó en su espalda y la acarició con ternura. Hubo un silencio en el que Alexa se quedó pensativa.
Cuando no hubo respuesta por su parte, Tom habló.
-A veces cuando uno está enfermo, se siente sólo, por más rodeado de personas que esté, porque ninguna de esas personas entiende por lo que estás pasando. ¿Eso te sucede?
-Sí- confesó- más seguido de lo que parece.
-Quiero que hagamos algo- dijo Tom con una expresión misteriosa. Alexa enarcó una ceja y Tom revisó el reloj en su muñeca- Aún logramos llegar.
-¿A dónde?- preguntó Alexa, pero Tom ya se estaba poniendo de pie, obligándola a incorporarse.
-Te voy a enseñar algo que solía hacer mucho cuando era estudiante de medicina- sin más pistas, se metió a su habitación y regresó con su cartera y celular- Vamos.
-¿Ahora?
-Sí- respondió Tom con una sonrisita retadora. Alexa suspiró en derrota, demasiado cansada para hacer cualquier cosa, y tomó la mano de Tom.
Tom hizo una parada antes del destino final. Se trataba de una tienda de juguetes localizada en el centro de Londres. Sin entender nada, pero confiando en Tom, lo acompañó a escoger juguetes y se entretuvieron en los pasillos creyéndose niños otra vez.
Una vez recolectadas las cajas de juguetes que Tom pagó con su tarjeta de crédito, las metieron al carro y retomaron su camino a lo desconocido para Alexa.
-Para ponerte en contexto- comenzó a contar Tom- antes de yo escoger la especialidad de medicina interna, consideré ser oncólogo.
Alexa lo miró con sorpresa y él asintió sin apartar la vista del camino.
-En mis años de estudiante y el internado, solía visitar este lugar para relacionarme con la especialidad. En ese tiempo yo no tenía el dinero que tengo ahora para ayudar a unos cuantos a ser felices por lo menos un día, y es la primera vez que hago esto- dijo Tom y parecía algo nervioso mientras hablaba. Buscó la mano de Alexa, que seguía algo confundida, y la entrelazó con la libre- Quiero compartir esto contigo.
Tom comenzó a disminuir la velocidad a la altura de un gran edificio que se leía "Hospital oncológico infantil". Alexa abrió mucho los ojos y miró a Tom incrédula.
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Dr. Hiddleston
أدب الهواة¿Qué sucede con la relación médico-paciente cuando llega un ángel a tu consultorio pidiéndote ayuda y te hace dudar de tu ética profesional? El Dr. Hiddleston siempre había querido ser un doctor distinto a los demás, él se involucraba con sus pacien...