22.

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-No que yo recuerde- respondió Alexa, vacilante. Ella misma podía palpar la tensión que se había creado en el ambiente. Lisa soltó una risita que cubrió con la mano y disimuló con tos falsa.

-¿No le contaste sobre tu hermana?- preguntó Diana, con tono ofendido. Se llevó una mano al pecho, dramatizando.

-¿Para qué?- preguntó Tom, con cinismo. De pronto, volvía a sentirse de quince años.

-Pues porque es tu hermana, Thomas- respondió James, alzando la voz. Enojado. Alexa se dio cuenta de lo delicado del tema que había tocado y de inmediato se arrepintió, pero no había vuelta atrás- ¿O tanta envidia le tienes que ni siquiera te atreves a hablar de ella?

A Tom se le endureció el semblante y trató de tranquilizarse, pero ya lo habían encendido como una mecha. Pues claro, Nicky fue la niña favorita de sus padres, y no los culpaba, también había sido la de él. Eso por años, los había hecho pensar que él únicamente tenía envidia. Habían sacado sus propias deducciones respecto a su muerte. Una de ellas era que había sido producto de ese mismo sentimiento de envidia. Tom no intentaba victimizarse, ellos mismos se lo habían dicho a los dieciocho años, un día antes de que se fuera de casa.

-Tienes que estar bromeando- preguntó Tom, negando con la cabeza. Sus ojos azules lanzaban fuego y miraban amenazadoramente a su propio padre.

Sarah y Lisa se miraron entre ellas, incómodas.

-Basta- los detuvo Diana con una fuerte exclamación. Todos se giraron a verla- Lo siento, Alexa. Te hablaré sobre Nicky puesto que Tom no lo ha hecho.

-Mamá- trató de detenerla Tom, pero Diana alzó una mano para hacerlo callar.

-No es necesario, señora- replicó Alexa. Vio de reojo como Lisa ponía los ojos en blanco. Diana sonrió tristemente.

-Nicky era una niña espectacular, merece que sepas de ella- argumentó James. Alexa asintió con la cabeza incapaz de llevarle la contraria al padre de Tom.

-Nicole o Nicky, como le decíamos de cariño, era especial puesto que nació con una hipersensibilidad a prácticamente todo- relató Diana. Alexa la miró con atención. El rostro viejo de la mujer se había contorsionado por la tristeza, reflejando los años pasados - No podía salir de casa durante el día porque el sol le ocasionaba graves quemaduras, y casi todos los alimentos le daban reacciones anafilácticas. Eso no quitaba el hecho de ser una niña adorable, amaba a sus hermanos, pero sobre todo a Tom, siempre fue su favorito. Le encantaba leer libros de fantasía, la música y tenía un talento nato para cantar.

Alexa miró a Tom, pero él estaba ido. Tenía los ojos puestos en el suelo. Entonces, Alexa quiso detener a Diana, le dolía verlo así de roto y aunque no conocía la historia completa, no le interesaba si Tom reaccionaba de esa manera.

-En fin- dijo Diana con un suspiro- lo que sucedió fue un accidente. Ahora, ella descansa en paz. La perdimos cuando apenas tenía nueve años.

-Lo siento mucho- dijo Alexa, sorprendida por aquel final. Podía ver lo afligida que Diana estaba a través de sus ojos, como los de Tom, eran una ventana a todo lo que sentían.

Aún conociendo una versión de la historia, no podía comprender porque Tom evitaba el tema con tanto fervor. Ella también había perdido a alguien, a su ser más querido, su madre. Sin embargo, nunca había reaccionado como Tom lo estaba haciendo. Debía haber algo más que no le estaban contando.

-Si me disculpan, voy al baño- Tom se incorporó, y sin mirar a ninguno de los presentes, salió de la sala con largas zancadas.

-Es un tema delicado para él- le explicó Sarah en voz baja. El ruido del chisporroteó del fuego y del fuerte viento azotando contra las ventanas inundaban la sala-Él estaba...el día que falleció. Solo él y Nicky.

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora