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Tom pasó sus dedos con delicadeza por el cabello castaño de Alexa, evitando a toda costa despertarla. Se había quedado dormida con la cabeza en su regazo y él no podía hacer más que ver su tranquilo rostro, y se dio cuenta que nunca la había visto con esa paz reflejada en su expresión. No pudo evitar pasar su dedo por la figura de su nariz y luego de sus labios, deteniéndose un poco más en el inferior. Ella no se inmutó y continuó sumida en lo que parecía ser un sueño pacifico.

No podía recordar cuando fue la ultima vez que se sintió así de cómodo con alguien. Lo hizo, alguna vez con su ex pareja, pero se había equivocado y ahora lo único que podía sentir por ella era repulsión. La venda que le había cubierto los ojos por años había sido arrebatada abruptamente. No podía decir que Alexa se trataba de su primer amor, no cuando ya tenía casi cuarenta años, pero sí podía decir que Alexa era su amor más intenso y sincero, y eso le parecía... aterrador. Nunca se había enamorado tan fuerte como lo estaba haciendo ahora, era demasiado de asimilar, lo que sentía por aquella chica que ahora dormía ajena a todo el remolino de emociones que estaba provocando en Tom. Tocó su piel pálida del brazo y recordó algo importante que estaba omitiendo. Alexa estaba enferma, y estaba en sus manos cuidarla para no perderla, y eso es lo que haría, estaba dispuesto a ello, la protegería y cuidaría porque no sabía si podría soportar perderla y tampoco estaba seguro de poder sentir lo que siente por Alexa una vez más.

El celular de Alexa vibró en alguna parte del sofá y Tom maldijo entre dientes al no lograr encontrarlo sin tener que moverse demasiado. Alexa abrió los ojos, pero los volvió a cerrar como si estos le pesaran demasiado para mantenerlos abiertos.

-¿Quién es?- preguntó entredormida.

-Eso es lo que intento averiguar, pero no encuentro el celular- Alexa soltó un quejido y se sentó en el sofá. De inmediato Tom percibió el frio en su regazo que había abandonado ella y tuvo el impulso de jalarla del brazo y volverla a abrazar, pero se contuvo.

Alexa palpó en el sofá justo cuando el celular dejó de vibrar, pero casi tan rápido como terminó, volvió a comenzar. Tom resopló y por fin encontraron el aparato entre los cojines. Alexa rápidamente contestó la llamada y Tom la observó mientras ella se jalaba del vestido hacia abajo y acomodaba los elásticos que se habían resbalado mientras dormía.

-¿Dónde estás, Alexa?- Tom pudo escuchar la voz de Julie gritando, tanto que la aturdió y se alejó el celular de la oreja un poco.

-Estoy con Tom, no muy lejos del club- le dijo Alexa- Nos aburrimos y decidimos caminar un poco.

Alexa le guiñó un ojo a Tom, quien se ruborizó y le sonrió cómplice.

-Chris me llevará a tu apartamento- le dijo Julie- Nos vemos allí.

-¿No está muy ebrio Chris?- preguntó Alexa con preocupación y su hermana se echó a reír del otro lado de la línea.

-Cuando se desaparecieron, dejó de tomar y está indignado- dijo Julie. Tom miró a Alexa con el ceño fruncido y ella solo apretó los labios con culpabilidad.

-Vayan con cuidado- fue lo único que respondió Alexa- avísame cuando llegues, por favor.

Después de eso colgaron la llamada y miró a Tom con timidez. Él sabía lo incomodo que podía llegar a ser, pero no quería que eso sucediera con Alexa, quería hacerla sentir especial, como se lo merecía. Se inclinó y le dio un beso en la mejilla, en la comisura de los labios y finalmente en los labios mismos.

-¿Quieres que te lleve a casa?- le preguntó Tom, y ella se lo pensó por unos segundos. No quería ir a casa, pero tampoco quería quedar mal con Julie y Chris, y menos que tuvieran esa imagen de Tom en la cabeza.

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora