Alexa se estiró en la cama y buscó a tientas el cuerpo de Tom, pero solo palpó la frialdad de la sábana. Frunció el ceño aún con los ojos cerrados y poco a poco los abrió. Gimió al ver la hora en el reloj de la mesita de noche. Las malditas siete de la mañana.
¿Dónde demonios se había metido Tom?
Con un quejido se sentó en la cama y miró a su alrededor aún intentando enfocar sus ojos. No había rastro de Tom en la habitación y una repentina angustia le invadió.
-¿Tom?- llamó en voz alta y el silencio del apartamento le respondió. Hizo una mueca de cansancio y con un suspiro, se puso en pie. Caminó descalza a través del frío pasillo que llevaba a la sala. Todo estaba en un escalofriante silencio. Estuvo a punto de volver a llamarlo cuando lo encontró.
Alexa sonrió y se mordió el labio inferior. Tom estaba en la terraza del apartamento haciendo flexiones con el torso desnudo y los músculos de la espalda y brazos, tensos por el esfuerzo. El amanecer lanzaba rayos de luz sobre su cuerpo sudoroso. Alexa caminó lentamente hasta la terraza sin apartar ni un solo segundo los ojos de él. Tom no notó su presencia y tampoco la escuchó acercarse puesto que tenía audífonos en los oídos.
Relamió sus labios apoyada en el umbral de la puerta de vidrio y lo miró de hito a hito. Dios mío, era como ver una escultura griega tallada a la perfección.
Tom se detuvo y se incorporó mirando al suelo con su pecho subiendo y bajando irregularmente. Cuando giró y se encontró con Alexa, retrocedió asustado y se llevó la mano al pecho.
-Dios- exclamó y soltó una risita antes de retirar los audífonos de sus oídos.
-Si me hubieras dicho que madrugabas para hacer ejercicio, habría pensado lo de mudarme- dijo Alexa con tono divertido. Tom soltó una risita y negó con la cabeza apoyando ambas manos en sus caderas, respirando agitadamente. Alexa tuvo que resistirse de mirar su torso desnudo y bien marcado. Mantuvo sus ojos en los azules de él.
-Lamento informarte que así son mis mañanas- Tom caminó hasta ella y su sonrisa fue suficiente para hacer su día.
-Esperaba despertar abrazada de ti- expresó Alexa, fingiendo decepción- y después hacer el amor contigo.
-Tal vez lo primero ya esté arruinado- dijo Tom- pero lo segundo aún podemos solucionarlo.
De pronto, los labios de Tom estaban pegados a los suyos y Alexa gimió en su boca.
-Tengo que bañarme e ir a trabajar, ¿qué tal si ahorramos tiempo y te bañas conmigo?- sugirió Tom con esa voz seductora y ronca que la hacían mojar sus bragas. Alexa tragó saliva y asintió con la cabeza de pronto muda.
No le importó un demonio que fueran las siete de la mañana. ¿Cómo podía importarle si ahora tenía a Tom desnudo bajo el agua caliente de la regadera?
Se inclinó y la besó en los labios. Introdujo su lengua en su boca y Alexa se acercó más a su cuerpo desnudo y empapado. Sus lenguas danzaron mientras que las manos de Tom recorrían la perfecta silueta de Alexa. La erección golpeó insistente el abdomen de ella cuando llegó a sus pechos y los masajeó con suavidad en sus firmes manos.
-Me vuelves loco- le susurró Tom antes de jalar el labio inferior de Alexa entre sus dientes. Ella le sonrió con picardía antes de ponerse de rodillas frente a Tom, con la amenazante polla frente a sus ojos. Él la miró con sorpresa.
-¿Segura que...
-Shh- siseó Alexa, lo suficiente para que Tom obedeciera de inmediato- quiero complacerte y escucharte gemir.
Tom abrió la boca para responder pero de ella salió un largo gemido, cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás. Su cabello rubio ya demasiado largo, le cubrió la cara. Alexa pasó su lengua a lo largo de su polla y presionó sobre la punta. Saboreó el líquido preseminal en su boca y volvió a introducir su longitud. Tom se quitó el cabello de la cara y sus miradas se encontraron.
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Dr. Hiddleston
Fanfiction¿Qué sucede con la relación médico-paciente cuando llega un ángel a tu consultorio pidiéndote ayuda y te hace dudar de tu ética profesional? El Dr. Hiddleston siempre había querido ser un doctor distinto a los demás, él se involucraba con sus pacien...