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Como Tom prometió, se mantuvo despierto y alerta. En algún momento de la noche, entró como loco a su oficina y sacó de un cajón un termómetro junto con un oximetro.

Alexa soltó un quejido cuando la despertó para tomarle la temperatura, pero era necesario. La fiebre no había cedido con el medicamento y Tom comenzaba a alterarse.

-La fiebre no baja y estás saturando muy bajo- le dijo, lo mas calmado que logró- Tengo que llevarte al hospital.

-No, no quiero- renegó Alexa, negando con la cabeza. Tom suspiró.

-Lo siento, cariño- no la obligó a levantarse para no comprometer más su saturación de oxígeno. En cambio, la cargó entre sus brazos y Alexa lo abrazó del cuello, derrotada, pegándose a su pecho.

Bobby los siguió de cerca hasta salir del apartamento donde tuvo que encerrarla dentro. Solo la escuchó lloriquear del otro lado de la puerta y rascar la madera con insistencia.

Alexa tosió con fuerza mientras bajaban por el ascensor y Tom se encontraba tan desesperado que, un minuto después, ya estaba conduciendo a toda velocidad por las calles de Londres. Afortunadamente era más de medianoche y no había tráfico que interrumpiera su camino.

-Espera un momento- le dijo Tom girando el volante con fuerza y deteniéndose de golpe en el área de urgencias. Sin esperar respuesta, casi saltó del asiento y corrió al interior del hospital.

-Tom, pensé que ya te habías ido- El Dr. Bennett era el urgenciologo a cargo por las noches.

-Luke, necesito que revises a mi novia. Está en el carro- le pidió. Bennet lo miró desconcertado. Tom quiso sacudirlo de los hombros para hacerlo reaccionar con rapidez- Es una paciente inmunosuprimida, necesita que la atiendan rápido.

-De acuerdo, tráela- accedió.

Tom arrastró una silla de ruedas de regreso al carro.

-Tom, ya me siento mejor- trató de convencerlo en cuanto abrió la puerta del copiloto. Tom le sonrió enternecido y negó con la cabeza.

-Será una consulta rápida-replicó Tom.

-Tú puedes atenderme, no necesito que otro doctor lo haga- Tom apretó los labios. Si esto era algo de gravedad y Alexa estaba a su cargo...no se sentía capaz.

-Todo va a estar bien- le aseguró, tratando de que sus propias palabras lo calmaran a él también. Tenía el corazón en un puño. Estaba atemorizado.

Afortunadamente, logró persuadirla. Luke se encargó de darle una camilla y prioridad. Comenzó revisando sus signos vitales mientras Tom lo miraba detenidamente desde el extremo de la camilla, con los brazos cruzados sobre el pecho y golpeando el piso con el pie, lleno de intranquilidad.

Luke lo miró de reojo, desconcentrado por la inquietud de Tom.

-Tom, podrías esperar afuera, por favor- pidió Bennett con amabilidad. Tom no se movió de lugar. Alexa lo miró débilmente.

-Tom- volvió a solicitar, ahora mirándolo directamente. No fue suficiente para hacerlo reaccionar- Tom...

-Tom- esta vez fue la voz de Alexa la que lo hizo volver a la realidad. Tom relajó su semblante al mirarla- Todo estará bien, espera afuera.

Dejó caer los brazos a los lados y con aire derrotado, los dejó a solas. Desganado, se sentó en la sala de espera. Movió el pie con ansiedad, molestando a los presentes. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso y rígido. Todo rasgo de cansancio había desaparecido por completo.

Nunca antes había sido el familiar esperando respuestas del médico. Siempre había sido el doctor... No, eso era mentira. Ya había sufrido esta agonía antes, con Nicky. La vez que dictaron su muerte en el hospital. Fueron tan solo quince minutos pero se sintieron una eternidad de sufrimiento. Hasta la fecha sufría por eso...

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora