18.

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Alexa oprimió el botón de ignorar llamada por tercera vez y se acurrucó en su almohada, sin energía, sin felicidad, solo cansancio y decepción.

Tras regresar del hospital, de la consulta con el Dr. Rinne, se había acostado en su cama, cubierto hasta la cabeza con las cobijas y acurrucado abrazando a su almohada contra el pecho, el mismo que le oprimía y le daba la sensación de falta de aire.

Chris no estaba muy contento con ella, ni con su decisión de aplazar cada vez más tiempo su tratamiento. Así que, cuando solo la llevó a su casa sin forzar conversación alguna, lo que Alexa agradeció porque no se sentía con la energía necesaria para hablar, ella no lo retuvo.

Había recibido tres llamadas de Tom a lo largo de una hora, y cada una la ignoró. Tenía miedo de haber ido demasiado lejos con él y que le hubiese abierto las posibilidades de lastimarla como lo había hecho Mich. No quería caer en ese hoyo otra vez, tenía suficientes preocupaciones por ahora.

No supo en qué momento cayó en un profundo sueño intranquilo y no despertó hasta pasadas casi cuatro horas con el toque de la puerta principal.

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Bobby recibió a Tom con un movimiento de la cola de un lado a otro con entusiasmo. Saltó sobre dos patas y buscó la atención de su dueño. No lo había visto por dos días enteros y lo primero que Tom hizo fue llenarle el plato de comida y cambiarle el agua.

De camino a su habitación, deshizo el nudo de su corbata y soltó una profunda exhalación. Sacó el celular descargado del bolsillo del pantalón y lo lanzó sobre la mesita de noche. Desabotonó la camisa y casi la arrancó de su cuerpo antes de echarse en su cama.

Sonrió débilmente cuando lo primero que se le vino a la cabeza fue Alexa. Su sonrisa vaciló cuando pensó en cómo lo había ignorado esa mañana en el hospital, pero podía ser un malentendido. Tal vez ni siquiera lo había visto.

Se sentó de golpe y conectó rápidamente el celular, ansioso de obtener respuestas. Desafortunadamente no encendería hasta dentro de unos diez minutos, suficientes para darse una ducha rápida y quitarse el olor a quirófano que le impregnaba la piel.

Bajo el agua caliente de la ducha, sintió sus músculos relajarse y pasó el jabón por su cuerpo desnudo. De la nada, Alexa apareció en su cabeza como ya se estaba haciendo costumbre, pero esta vez no era un pensamiento normal, sino un recuerdo. Uno de la noche que pasaron juntos entre sus sábanas. Su polla reaccionó ante el recuerdo de la desnudez de Alexandra, de sus gemidos, de sus jadeos, y de su dulce voz llamándolo por su nombre.

Lentamente, deslizó su propia mano por su torso y cerró los ojos. Rodeó su puño en su ahora erección y bombeó adoptando un ritmo que lo hacía soltar pequeños gemidos mientras que en su cabeza estaba plasmada la imagen de Alexa moviéndose en círculos con su polla dentro de ella y sus pezones erectos por la reciente atención de Tom. Se enfocó en lo que había llegado a sentir estando con ella. Por fin, después de tanto tiempo, se había sentido parte de alguien, cómodo, con ganas de más... así se sentía enamorarse.

Eso lo hizo llegar a su orgasmo más rápido de lo que esperaba, y tuvo que apoyar una mano en la pared de baldosas y clavar sus uñas inútilmente. Cerró los ojos con fuerza y apretó los dientes mientras el liquido blanco salía disparado desordenadamente.

Su cuerpo se sintió completamente distinto una vez habiéndose masturbado. Estaba más relajado, sus músculos se habían destensado y se sentía más ligero.

Tomó el celular ya encendido, y revisó los mensajes pendientes. Su celular se había apagado durante la cirugía que había durado más de doce horas, y no era costumbre suya llevarse consigo un cargador al hospital.

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora