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Eran probablemente las tres de la mañana cuando Tom se revolcó en la cama con el ceño profundamente fruncido y el corazón latiéndole a gran velocidad que parecía estar a punto de salir de su pecho.

Abrió los ojos de golpe, como si volviera a la vida, y su cuerpo entero se estremeció. Su cuerpo sudoroso buscó con desesperación el de Alexa, pero estaba solo, tocando la frialdad de las sábanas que reflejaban la ausencia de su amada, desamparado.

¿Cuándo había pasado de tenerla entre sus brazos diariamente a soñar todas las noches con perderla y darse cuenta de que esa era una gran posibilidad?

La angustia no le permitió dormir otra vez. Su cabeza no paraba y se sentía a nada de volverse loco. Se rindió con frustración y salió de la cama aún empapado de sudor.

La única manera de que hubiera una pizca de tranquilidad en su corazón sería estando junto a Alexa, viendo ese maldito monitor pitar, lo único que aún resaltaba su vida.

-¿Tom?- James lo miró confundido en el oscuro pasillo de medicina interna. Ahora que lo pensaba, a altas horas de la noche, el lugar era escalofriante-¿No habías ido a casa? Te dije que te llamaría si había algo nuevo.

-No puedo dormir- pasó los dedos por su cabello rubio y desordenado. Todo él era un maldito desorden, las ojeras, el cabello ya demasiado largo, la ropa arrugada y a veces sin combinar en lo absoluto...

-Pues al parecer ella tampoco- señaló James. Pudo ver un dejo de tristeza atravesar sus ojos azules. Por supuesto que James la quería. ¿Quién no querría a esa dulce mujer? Tom la amaba.

-Gracias por darte el tiempo de revisarla- le dio una palmada amistosa en el hombro y James se encogió de hombros con una sonrisita cansada.

-Lo único difícil es convencer a las enfermeras, pero conozco a una de ellas MUY bien, si sabes a lo que me refiero- Tom trató de sonreír pero nada salió.

-¿Ibas a revisar un paciente?- señaló la carpeta que llevaba en mano. James miró en esa dirección y entonces pareció recordar.

-Sí, es el niño con la mamá antivacunas- respondió- ¿sabías qué el niño estudia donde Alexa solía dar clases? Recuerdo el lugar por la platica que fui a dar.

Tom entonces abrió los ojos como dos platos y recordó una vieja conversación con Alexa, antes de que ella cayera a parar en el hospital. No podía ser casualidad...

-Recuérdame su nombre por favor- pidió.

-Gabriel Montero. Ya está mejor, fue difícil sacarlo de la situación en la que estaba, pero lo darán de alta mañana.

-Me alegro- dijo Tom entre dientes, pensativo. James lo miró desconcertado- Iré a ver a Alexa un rato.

-Ten cuidado con que el doctor Martínez se entere- advirtió James.

Solo verla, aunque estuviera con los ojos cerrados, y por su respiración supiera que no estaba dormida, le daba una tranquilidad inexplicable.

-Tienes que dormir- susurró Tom, pasando una mano por su suave mejilla. Ella sonrió un poco y el corazón de Tom se hinchó de felicidad ante el gesto. Abrió los ojos lentamente y estos se dilataron al verlo en la penumbra de la habitación.

-Tú también tienes que dormir- fue un murmullo casi inaudible.

-Te extraño demasiado en casa- admitió Tom con un nudo formándose en su garganta. Cogió su mano pálida y delgada y le dio un beso en el dorso.

-"Si me ves por alguno de tus sueños, abrázame que te extraño"- citó ella con una pequeña sonrisa juguetona.

-¿Tienes energía para citar a Julio Cortázar?- preguntó Tom con una ceja enarcada pero divertido. Alexa se encogió de hombros imperceptiblemente.

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora