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Alexa salió del consultorio colocándose el abrigo y James la alcanzó en el pasillo.

-¿Qué tal todo?- le preguntó él, siguiéndole el paso.

-Muy doloroso- le respondió Alexa.

-¡Doctor Barnes!- gritó una enfermera tras ellos. Ambos giraron y justo Tom iba saliendo de su consultorio para llegar a urgencias a tiempo.

-Parece que te hablan- le dijo Alexa, divertida por la expresión de fastidio en la cara de James.

-Mejor me voy- dijo y le dio la espalda para caminar hasta la recepción de enfermería, pero antes giró y le gritó- Nos vemos esta noche.

Tom, que pasaba en ese momento a su lado, lo miró enojado y le recriminó el estar gritando en un hospital. Alexa soltó una risita y tomó el elevador. La puerta estaba a punto de cerrarse cuando una mano irrumpió deteniendo las puertas.

-Supongo vas abajo- le dijo Tom y presionó el botón de planta baja. Se quedó de pie junto a ella, mirándola de reojo sin saber si se atrevería a preguntar lo qué quería.

-No tenía idea de que salías con mi residente- acusó él y Alexa lo miró.

-Solo lo acompañaré a un club- dijo Alexa- No estoy segura si eso se considera "salir con él"

Tom la miró con una sonrisa ladina. Chica lista.

-¿Irás?-le preguntó Tom justo cuando las puertas del elevador se abrieron.

-No estoy segura- le respondió ella con una sonrisa burlona. Salió del elevador y Tom fue tras ella, necesitado de una respuesta.

-Doctor Hiddleston- llamó una enfermera desde la puerta de urgencias. Él suspiró y tomó un distinto camino al de Alexa.
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Al haber terminado con la consulta en urgencias, regresó a su puesto habitual en el segundo piso. James tomaba apuntes frente a la camilla de un paciente hospitalizado.

-¿Reporte?- le preguntó Tom, con brazos cruzados sobre el pecho. Tomó por sorpresa a James, pero de inmediato se recompuso.

-Es el paciente  con ascitis por cirrosis hepática- dijo James- Drenamos ya ocho litros de líquido, pero aún falta más.

-¿Cómo se siente, señor?- preguntó Tom mirando directamente al paciente.

-Me siento bien- respondió- Pero tengo mucha sed y este joven de aquí no quiere darme agua.

-Es lo ideal, señor- le dijo James y Tom asintió y prosiguió a darle indicaciones al paciente.

-Gracias, doc- dijo el señor y Tom jaló a James de la bata.

-¿Cuántos pacientes quedan por revisar?- preguntó Tom y James bufó mirando la cantidad de hojas que tenía en mano.

-No te voy a mentir, son muchos- dijo James.

-Entonces tienes trabajo por hoy- dijo Tom dándole palmaditas en la espalda. James abrió los ojos como platos-Te quedas de guardia, Barnes.

-Pero...- quiso argumentar James hasta que vio la expresión dura de Tom-No son ni las dos de la tarde, puedo acabar a tiempo.

-¿A caso tartamudee, Barnes?- preguntó Tom con las manos en los bolsillos del pantalón y una ceja enarcada. Barnes apretó los dientes y negó con la cabeza.

James no podía quejarse. Era un privilegio tener como maestro al doctor Hiddleston. Era conocido en el ámbito médico por su cantidad de publicaciones en revistas médicas y artículos que han ayudado a diversos diagnósticos y tratamientos a lo largo del mundo. Entre los médicos era considerado el mejor internista. Solo tenía un defecto que todos tenían que saber reconocer. Se involucraba demasiado con los pacientes, tenía un corazón demasiado noble que sobrepasaba su ética profesional y eso es algo que parecía no agradarles a los otros médicos del hospital. Barnes, a pesar de eso, le tenía un cariño especial a Tom. Más que ser su docente y su jefe, era un amigo cercano que lo había ayudado a salir de su oscuro pasado y lo llevó por un mejor camino, era por eso que le era difícil negarse ante él, pero también había que admitir que desde hace tiempo ya no era el mismo con James, y todo coincidía con la llegada de Alexa a su vida.

Dr. HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora