Capítulo 11

79 8 0
                                    

Luca

Pronto llegamos a su casa, en el camino nos seguíamos riendo de lo que nos paso el día de hoy.

Desde que vi cómo el chico se acerco a mí a pedirme el balón que cayó en mi regazo supe que las cosas saldrían mal por la forma en que me miro.

Se lo lance, pero como era de esperarse me insulto porque nunca fui un buen lanzador, es por eso que jamás me metí a un deporte en el cual teníamos que aventar cosas.

Él se rio de mí, Merida lo insulto y después nos encontrábamos huyendo de él y sus amigos que venían corriendo a toda prisa.

No tengo ni la menor idea de cómo Merida corrió tan rápido conmigo guiándome, mientras ella empujaba con todas fuerzas yo gritaba porque pensé que en cualquier momento iba a salir volando por ahí y me terminaría rompiéndome otra cosa.

Suficiente tenía con el tobillo.

- Este día fue sin duda, el mejor que he tenido.- se ríe mientras abre la puerta.- ¿Quieres pasar?

- No gracias, tengo que irme a casa a hacer un trabajo.- sonrío.

- Bien.- sus ojos están fijos en los míos.- Espero que también te hayas divertido.

- Claro que me divertí, jamás había huido de unos gorilas como ellos, y mucho menos en una patineta mientras me empujan.- nos reímos.

- Al menos no salimos lastimado.

- Al menos.

- Nos vemos en la escuela Luca.- su sonrisa no desaparece.

- Nos vemos en la escuela Merida.

Me alejo y comienzo a caminar hasta que pido un taxi que me lleve a casa, mientras veo la carretera borrosa, las personas caminar y el sol iluminar, me permito recordar lo que pasó hace unos momentos, y de solo pensarlo quiero reírme.

Siempre he estado en mi zona segura, en donde las personas no puedan lastimarme, en donde sólo estoy yo y mi incertidumbre.

Nunca en mi vida había hecho algo fuera de mi rutina, lo único arriesgado que hice fue pintarme el cabello a los quince, y de hecho, fue por una inseguridad que mi madre me dio.

Pero desde que llegó Merida a mi vida todo cambio, los tonos grises que veía todos los días se convirtieron en colores llamativos, llenos de vida, risas y miradas que decían todo.

Desde que llegó aquella chica pelirroja fue como si hubiera puesto mi mundo de cabeza, como si me hubiera sacado de mi oscuridad y me hubiera llenado de su luz.

La chica hecha un remolino me arrastro a su desastre.

Y vaya desastre tan maravilloso que tiene.

Después de un tiempo de viaje, por fin llego a casa, con trabajos bajo del auto y me adentro en ella.

- ¡Llegue!- grito mientras aviento mi mochila al suelo.

- ¡Estoy arriba en tu cuarto!- dice Dina.

Con cuidado subo hasta que llego a mi habitación, una vez en ella veo a Dina terminar de arreglar mi cama.

- ¿Por qué tardaste más de la cuenta?- me mira.

- No me vas a creer lo que me paso.- digo emocionado.

- Cuéntame.- sonríe animadamente.

Le comento todo lo que Merida y yo pasamos el día de hoy mientras estamos sentados, desde que salí de la escuela hasta que terminamos huyendo de tipos más grandes que nosotros.

- ¡No!- se ríe ruidosamente.- ¿Un perro?

- ¡Sí!

- Al menos de deshicieron de ellos.- sigue sonriendo.

- Fue lo mejor que he hecho en años Dina, siento que Merida llegó a mi vida para iluminarme.- sonrío.

- Es como el sol, siempre tan alegre, ¿no?

- Sí, ella es así.

- Me alegra mucho que te hayas divertido, hace mucho que no te veía sonreír de esa manera; tan llena de vida.- me acaricia mi rostro.

- Me gusta estar a su lado.

- Y estoy segura de que a ella también le agrada estar contigo.- deja de tocarme.

- Eso espero.

- ¿Por qué no le pides ser tu novia?

- Dina, no haré eso.

- ¿Por qué? Se ve que le gustas.

- Llevamos apenas unos días conociéndonos, no quiero asustarla.

- Pero estas admitiendo que te gusta.- sonríe con picardía.

- Ah.- me quedo sin habla.- ¿No tenías cosas que hacer?

- Ajá, sí, desviar la pregunta solo afirma que sí te gusta.- se pone de pie.

- No es cierto.

- Claro, engáñate todo lo que quieras.- se aleja hasta que sale del cuarto.

Me dejo caer mientras sonrío al techo con estrellas, mientras pienso en ella, mientras recuerdo cada parte, cada lunar que tiene, mientras pienso en lo hermosa que se veía esa tarde con sus tenis negros desgastados, su pantalón gris, su top negro y su cabello indomable y esos ojos que tanto me gustan.

Eclipse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora