Capítulo 5

114 16 1
                                        

Merida

- Espera, me canse.- dice el chico de cabello azul descansando en un árbol.

- ¿Quieres que paremos?- lo miro.

- Sólo un momento.- cierra sus ojos mientras suspira.

Cuando lo hace veo como su pecho sube y baja, detallo sus pestañas largas y su cabello revuelto.

- Merida.- hablo.

- ¿Perdón?- abre los ojos mientras frunce el ceño.

- Me llamo Merida, por si querías saber...- susurro.

- ¿Cómo la película de valiente?- sonríe de lado.

- Sí, como ella.- pongo los ojos en blanco.

- Es irónico que te llames como ella y que te parezcas a la protagonista.

- Lo sé, creo que mis padres estaban drogados cuando eran jóvenes y me pusieron así.- logro que se ría, está es linda y masculina.

- Creo que sí, pero al menos te queda.

- Eso creo, tú no me has dicho tu nombre.

- Ah.- deja de sonreír.- Me llamo Luca.

- Luca.- repito.

- Sí, no es tan llamativo como otros.

- Es lindo.

- Gracias.- sus ojos caen sobre mí.

- ¿Listo?- aparto ese cosquilleo que sentí cuando hizo eso.

- Sí.

Juntos retomamos el camino.

- ¿Dónde vives?

- A dos cuadras más de aquí.

- Bien.

Andamos en silencio hasta que ya no puedo seguir sin hablar.

- Lo siento.

- Está bien.

- Te rompí el tobillo y tus audífonos.

- Compraré otros.

- Déjamelo a mí.

- No, fue un accidente, no lo hiciste apropósito.- dice mientras me mira por unos segundos.

- No, pero me siento mal y quiero tener la mente en paz.

- ¿Tu conciencia estará en paz si te digo que te perdono?- alza una ceja.

- Sólo un poco.- sonrío de lado.

- Bien, algo es algo.

Después un rato de caminar, por fin llegamos a su casa que es enorme, a la izquierda hay dos autos Audi color negro bajo un techo, después está la puerta de la casa, es de madera con algunos adornos en ella, las ventanas están abiertas y son enormes, su hogar esta pintado de color ocre y su patio esta bien cuidado.

- Ahora entiendo porqué no querías que te pagara unos audífonos nuevos, es porque tienes dinero.- se ríe.

Lo ayudo a subir los pequeños escalones, nos quedamos frente a su puerta sin soltarnos.

- ¿No vas a entrar?- pregunto.

- Tienes mi mochila.

- Ah, sí.- me apresuro a darsela.

Echo un vistazo a mi alrededor hasta que vuelve a hablar.

- Pasa, te ofreceré un vaso de agua.

- Bueno.

Al entrar a la izquierda está una sala en forma de L color gris con cojines del mismo color, una televisión enorme, al lado de ella está el comedor que es de vidrio y grande y a mi derecha hay una puerta cerrada.

- Ponte cómoda, iré por agua.

- Ah no, déjame ayudarte.

- Espera.- trata de retenerme pero me alejo.

Camino hacia el comedor, a la derecha está la cocina con una encimera grande con algunos bancos altos bien acomodados.

Busco entre todos los cajones dos vasos.

- El de la derecha.- dice Luca asustándome.- Lo siento. 

- Gracias.- sonrío apenada.

Mierda, estoy segura de que mi cara es un tomate.

Sirvo agua y me giro para verlo sentado con sus ojos fijos en mí.

- Ten.- se lo entrego.

- Gracias.

- ¿Aquí vives?

- Yo creo que sí.- me hace reír por mi pregunta estúpida.

- Sí, eso fue estúpido.

- Gracias por ayudarme a volver a casa, Merida.

Casi nunca me ha gustado mi nombre porque siempre me hacían burla con la película, pero cuando él lo dijo se sintió bien.

- No fue nada.- sonrío de lado.

Nos quedamos callados, sólo escuchado el sonido de nuestras respiraciones mientras tomamos agua e intercambiando de vez en cuando miradas.

- Ya es tarde.- digo al fin.

- Sí.

- Creo que debería de irme a casa, debo de comer.

- ¿No quieres quedarte? Es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte.

- No gracias, debe de estar esperándome mi mamá.

- De acuerdo.- sonríe un poco. 

- Págamelo mañana invitándome a comer en la cafetería.- propongo, ya que no quiero que dejemos de hablarnos porque estar a su lado hace que todo sea más fácil.

- ¿Qué quieres?- juega con el borde del vaso.

- Ya veré.

- Bien, mañana te pagaré.

- Haré lo mismo.- recojo los vasos y los dejo en el fregadero.

- Ya te dije que no es necesario.

- No me importa, quiero hacerlo.

- De acuerdo.- sonríe mostrándome sus dientes.

- Nos vemos luego Luca.- me acerco a él.

- Nos vemos luego Merida.

Nos quedamos un momento observándonos a los ojos, sintiendo nuestros corazones latir.

Después de unos segundos decido que es momento de irme, tomo mi patineta y me alejo.

Una vez afuera puedo ver el sol y el cielo con algunas nubes dibujadas en él.

Respiro repetidas veces mientras sonrío como idiota y me alejo de su casa dando pequeños brincos.

Luca, Luca, Luca.

El chico de cabello azul.

Eclipse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora