Merida
- Espera, me canse.- dice el chico de cabello azul descansando en un árbol.
- ¿Quieres que paremos?- lo miro.
- Sólo un momento.- cierra sus ojos mientras suspira.
Cuando lo hace veo como su pecho sube y baja, detallo sus pestañas largas y su cabello revuelto.
- Merida.- hablo.
- ¿Perdón?- abre los ojos mientras frunce el ceño.
- Me llamo Merida, por si querías saber...- susurro.
- ¿Cómo la película de valiente?- sonríe de lado.
- Sí, como ella.- pongo los ojos en blanco.
- Es irónico que te llames como ella y que te parezcas a la protagonista.
- Lo sé, creo que mis padres estaban drogados cuando eran jóvenes y me pusieron así.- logro que se ría, está es linda y masculina.
- Creo que sí, pero al menos te queda.
- Eso creo, tú no me has dicho tu nombre.
- Ah.- deja de sonreír.- Me llamo Luca.
- Luca.- repito.
- Sí, no es tan llamativo como otros.
- Es lindo.
- Gracias.- sus ojos caen sobre mí.
- ¿Listo?- aparto ese cosquilleo que sentí cuando hizo eso.
- Sí.
Juntos retomamos el camino.
- ¿Dónde vives?
- A dos cuadras más de aquí.
- Bien.
Andamos en silencio hasta que ya no puedo seguir sin hablar.
- Lo siento.
- Está bien.
- Te rompí el tobillo y tus audífonos.
- Compraré otros.
- Déjamelo a mí.
- No, fue un accidente, no lo hiciste apropósito.- dice mientras me mira por unos segundos.
- No, pero me siento mal y quiero tener la mente en paz.
- ¿Tu conciencia estará en paz si te digo que te perdono?- alza una ceja.
- Sólo un poco.- sonrío de lado.
- Bien, algo es algo.
Después un rato de caminar, por fin llegamos a su casa que es enorme, a la izquierda hay dos autos Audi color negro bajo un techo, después está la puerta de la casa, es de madera con algunos adornos en ella, las ventanas están abiertas y son enormes, su hogar esta pintado de color ocre y su patio esta bien cuidado.
- Ahora entiendo porqué no querías que te pagara unos audífonos nuevos, es porque tienes dinero.- se ríe.
Lo ayudo a subir los pequeños escalones, nos quedamos frente a su puerta sin soltarnos.
- ¿No vas a entrar?- pregunto.
- Tienes mi mochila.
- Ah, sí.- me apresuro a darsela.
Echo un vistazo a mi alrededor hasta que vuelve a hablar.
- Pasa, te ofreceré un vaso de agua.
- Bueno.
Al entrar a la izquierda está una sala en forma de L color gris con cojines del mismo color, una televisión enorme, al lado de ella está el comedor que es de vidrio y grande y a mi derecha hay una puerta cerrada.
- Ponte cómoda, iré por agua.
- Ah no, déjame ayudarte.
- Espera.- trata de retenerme pero me alejo.
Camino hacia el comedor, a la derecha está la cocina con una encimera grande con algunos bancos altos bien acomodados.
Busco entre todos los cajones dos vasos.
- El de la derecha.- dice Luca asustándome.- Lo siento.
- Gracias.- sonrío apenada.
Mierda, estoy segura de que mi cara es un tomate.
Sirvo agua y me giro para verlo sentado con sus ojos fijos en mí.
- Ten.- se lo entrego.
- Gracias.
- ¿Aquí vives?
- Yo creo que sí.- me hace reír por mi pregunta estúpida.
- Sí, eso fue estúpido.
- Gracias por ayudarme a volver a casa, Merida.
Casi nunca me ha gustado mi nombre porque siempre me hacían burla con la película, pero cuando él lo dijo se sintió bien.
- No fue nada.- sonrío de lado.
Nos quedamos callados, sólo escuchado el sonido de nuestras respiraciones mientras tomamos agua e intercambiando de vez en cuando miradas.
- Ya es tarde.- digo al fin.
- Sí.
- Creo que debería de irme a casa, debo de comer.
- ¿No quieres quedarte? Es lo mínimo que puedo hacer para agradecerte.
- No gracias, debe de estar esperándome mi mamá.
- De acuerdo.- sonríe un poco.
- Págamelo mañana invitándome a comer en la cafetería.- propongo, ya que no quiero que dejemos de hablarnos porque estar a su lado hace que todo sea más fácil.
- ¿Qué quieres?- juega con el borde del vaso.
- Ya veré.
- Bien, mañana te pagaré.
- Haré lo mismo.- recojo los vasos y los dejo en el fregadero.
- Ya te dije que no es necesario.
- No me importa, quiero hacerlo.
- De acuerdo.- sonríe mostrándome sus dientes.
- Nos vemos luego Luca.- me acerco a él.
- Nos vemos luego Merida.
Nos quedamos un momento observándonos a los ojos, sintiendo nuestros corazones latir.
Después de unos segundos decido que es momento de irme, tomo mi patineta y me alejo.
Una vez afuera puedo ver el sol y el cielo con algunas nubes dibujadas en él.
Respiro repetidas veces mientras sonrío como idiota y me alejo de su casa dando pequeños brincos.
Luca, Luca, Luca.
El chico de cabello azul.

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Eclipse
Novela JuvenilMerida, una chica hecha un desastre total, hecha un remolino y llena de energía. Luca, un chico cuyo pasado es doloroso y su vida no es de color de rosa como la de ella. Son dos personas completamente distintas, con personalidades muy diferentes y...