Capítulo 2

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Merida

- ¿Creen que haya chicos guapos?- dice Elissa mientras caminamos hacia la escuela.

- No sé.- admito.- Bueno, para mí nadie es guapo, todos son unos ineptos que sólo piensan en sexo.

- Cierto, se nos olvida que a ti sólo te gustan mayores.

- Sí, tatuados, altos y que de preferencia sepan tocar la guitarra o la batería.- se ríe de mí la chica.- ¿Qué tiene tener buenos gustos?- entramos.

- Nada, es sólo que apenas tienes diecisiete años y te gustan de veinte.

- Si bueno, mejor vamos a clases.

La escuela es grande, los pasillos espaciosos, los alumnos son idiotas y los profesores horribles.

Bueno, no todos, el profesor de historia es el único que me cae bien, su clase es una maravilla.

Al llegar al salón los tres tomamos asiento atrás, pero no hasta el fondo, sino unos cuantos asientos adelante de los últimos.

Los chicos y yo nos encontramos hablando animadamente sobre la fiesta de bienvenida que hacen cada año.

- Mi preciosa valiente.- grita Dante entrando al lugar.

- Llegó tu príncipe azul.- se ríe Ethan.

- Dante.

- ¿Cómo estás mi amor?

- Bien antes de que llegarás.- toma siento frente a mí.

Puedo ver como sus ojos azules brillan, su sonrisa es linda, sus brazos fuertes y en su ceja derecha aún esta la cicatriz que le hice cuando éramos pequeños.

- Que bueno que nos tocó juntos.- sonríe.

- Para ti, porque para mí es horrible.- me froto los ojos.

- Sé que me amas.

- Bájate de esa nube Dante.- habla el chico a mi lado.

- Oh, es la verdad.

- Ajá sí, si fuera verdad de que te ama no te habría rechazado dos veces.- sonríe Elissa.

- El pasado es pasado.- vuelve a verme.- ¿Verdad mi amor?

- Cállate.- ruedo los ojos.

Seguimos molestando a Dante, él y yo hemos sido amigos desde que usábamos pañales prácticamente, ya que mi mamá es amiga de la suya desde la universidad.

Dante me confesó su amor cuando teníamos doce años y dijo que lucharía por mí si fuera necesario y más cosas absurdas.

No me mal interpreten, es lindo y caballeroso, pero no me gusta, su personalidad es intensa y ciertamente infantil.

Dejo atrás esos pensamientos una vez que me percato de que la profesora de literatura entra.

🌌🌌🌌

- ¿Podemos ir a tu casa a arreglarnos para la noche?- me pregunta Elissa.

- Claro.- le doy un sorbo a mi jugo de mango.

- Ya vine.- habla Ethan sentándose al lado de mi amiga.

- ¿Dónde estabas?- pregunto.

- Ah, ya sabes.- sonríe con picardía.

- ¿Quién es?- dice ella.

- Barry.

- ¿Tan rápido?- hablo.

- Sí, lo encontré en los baños, le dije que en vacaciones se puso muy guapo, seguimos hablando y después nos besamos.- le roba una papa frita a Elissa.

- Wow, aprovechando tu juventud al máximo.- nos reímos.

Las horas pasan y pronto llega el momento de irnos a casa, mis amigos y yo vamos saliendo y discutiendo sobre lo que nos pondremos esta noche para la fiesta.

- Debemos de vernos sexis.- dice la pelinegra.

- Siempre estamos sexis.- digo.

- Tienes razón.- habla el castaño.

- Sí, pero más.

- Bien.- pongo los ojos en blanco.

Llegamos al auto del castaño, nos subimos y emprendemos camino hacia mi casa mientras escuchamos música a todo volumen.

Una vez que llegamos, nos bajamos y abro la puerta para que puedan entrar, mamá no esta ya que trabaja como abogada, así que esta ocupada.

- Veamos qué tengo en mi cuarto que pueda prestarte.- le digo a Elissa mientras subimos.

- Las espero aquí.- dice Ethan mientras toma asiento en el sofá.

Una vez en mi habitación nos encargamos de sacar toda la ropa y arrojarla a mi cama.

- ¿No tienes ropa más colorida?

- ¿Colorida?- hago un conjunto en mente mientras reviso el armario.

- Sí, siempre usas negro, gris, blanco o beige.

- ¿Y qué tiene?- me rio.

- Deberías de usar colores como rosa o qué se yo, cambia algo.- dice mientras se quita su playera blanca.

- No me interesa, así estoy bien.

- Como quieras.

Después de un rato encuentro una combinación que me gusta, es una falda larga rosa con flores, un top negro con un estampado de la creación de Adán y unas botas negras.

- Ves, ya estoy usando algo rosa.- hablo mientras me rio.

- Al menos es diferente.- sonríe.

Nos arreglamos juntas, ella opta por un vestido rojo pequeño que me regaló mi padre hace años, sus tenis negros y una chaqueta de cuero del mismo color.

Sabía que más tarde el lugar en donde estaríamos se haría un horno, así que me amarre mi cabello rojo en un moño.

- Listo.- decimos las dos una vez que bajamos.

- Pero que preciosas se ven.- dice el castaño mientras sonríe con su manzana a medio comer en su mano.

- Gracias.- digo.

- Vámonos.

Salimos de la casa y juntos nos encaminamos hacia el sitio en el que será la reunión.

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