Merida
- ¿Qué te gusta más, este o este?- pregunta Daniel mientras me enseña dos tipos de anillos de compromiso distintos.
- El de la derecha.
- ¿Sí? ¿Crees que le guste a tu madre?
- Claro.- sonrío.- A ella no le importa si el anillo es grande o no, sólo le importa que la ames.
- Y por eso me casare con ella.- sonríe.- ¿Tú quieres algo?
- No.
- ¿Segura? Ve a ver qué hay en lo que yo pago esto.
- Bien.
Me alejo de él y comienzo a caminar entre los pasillos de la joyería.
La verdad no estoy poniendo atención por que no hay nada que me guste.Estoy a punto de irme, pero en eso veo unos anillos perfectos.
Son de plata, uno de ellos tiene un sol amarillo hermoso y el otro una luna de color azul.E inevitablemente pienso en Luca, en que sería perfecto que los dos llevemos unos anillos que nos representen, ¿no?
- Señorita.- llamo.
- ¿Sí?- se acerca una mujer joven y rubia.
- ¿Qué costo tienen esos anillos?
- Son por separado, así que cada uno vale doscientos treinta y nueve dólares.- sonríe mientras a mí se me sale el corazón al escuchar el precio.
- Ah.- me trabo.
- Llegue.- dice Daniel.- ¿Qué pasa?
- Nada.
- La señorita me preguntó por el precio de esos dos anillos.
- ¿Te gustan?- me mira.
- Sí, pero están muy caros, mejor vámonos.
- No, puedo comprártelos.- sonríe.
- No hace falta, de verdad.
- Vamos, considéralo un regalo por tu cumpleaños.- sonríe.
- Pero mi cumpleaños esta muy alejado.- me rio.
- No importa.- lo pienso un momento.
- De acuerdo, pero con una condición.- sonríe de lado.
- ¿Cuál es?
- Te pagare.
- No, para nada.
- Sí, al menos la mitad de uno de ellos, ¿qué dices? Es un buen trato.- entrecierra los ojos mientras suspira.
- De acuerdo, trato.- estrechamos las manos.
- Genial, ahora mismo se los envuelvo.- dice la señorita.
- Eres astuta.- se ríe un poco.
- Tal vez.
Una vez que salimos, me dedico a apreciarlos.
- ¿Los dos son para ti?- pregunta Daniel mientras nos dirigimos a la casa.
- El de la luna es mío, el del sol será de Luca, en tres días cumpliremos tres meses juntos.- me rio.
- ¿Qué rápido paso el tiempo no?
- Sí.- sonrío de lado.
🌌🌌🌌
- ¡Me voy!- grito mientras bajo las escaleras.
- ¿A dónde?- pregunta mi madre mientras esta en el comedor.
- A trabajar.
- ¿A trabajar?- frunce el ceño mientras se ríe.- Tú no trabajas.
- Lo sé, pero le debo algo a Daniel.- este se ahoga con su café.
- ¿Qué te debe?- lo mira.
- Le dije que no, pero ella es demasiado inteligente para hacer tratos.
- Déjalo mamá, él me compro dos anillos, así que quiero pagárselos.
- Bueno, ¿y en que trabajaras?
- De niñera, me contrato una pareja que acaba de mudarse aquí.
- Ah, bueno, con cuidado.
- Sí.
Tomo mis cosas y salgo disparada para llegar a tiempo a la casa de la señora... no recuerdo su nombre, sólo su apellido, era Bristol.
Tomo un taxi, y una vez que llego al lugar que me dijeron bajo del auto y suspiro al darme cuenta de que la casa es mucho más grande que la mía.
Tiene un patio bien cuidado, un auto estacionado y algunas cajas afuera.
Me acerco hasta tocar la puerta, una vez que se abre, veo a un hombre alto, cabello negro, ojos azules demasiado intensos, brazos fuertes y con tatuajes.
- ¿Tú quién eres?- dice con su voz grave.
- Merida, soy su niñera.
- ¿Tú?- alza una ceja mientras me examina.
- Sí.
- No puedo creer que Blake haya contratado a alguien así.- habla bajo.
- Bueno, fue ella quien me dio el trabajo, no usted.
- ¿Qué?- me mira.
- ¿A quién debo de cuidar?- trato de arreglar lo que solté hace un momento.
- A mi hijo, se llama Nathaniel, ten cuidado con él.- se hace a un lado mientras entro a su casa, el interior es lindo y acogedor.
Frente a nosotros están las escaleras de madera, a la izquierda la sala con algunos juguetes y un bebé de cabello negro, ojos azules y cuerpo pequeño.
- Es él.- se acerca para tomarlo entre sus brazos.- Es alérgico a la nuez, no dejes que se acerque a las escaleras y no dejes que se meta cosas a la boca.- me señala.
- De acuerdo.
- En unas horas llegara mi esposa, Blake, ya la conociste.
- Sí.- suspiro.
- Bueno, cuídalo mucho, ¿sí?- me lo entrega.
- Claro.- sonrío.- Señor...
- No me digas señor, aún estoy joven.
- Bueno, ¿cómo le digo entonces?
- Alexander.- su mirada me asusta.
- Alexander, el señor joven.- trato de reprimir una risa.
- Me voy.- pone los ojos en blanco.
El señor joven se aleja con pasos apresurados.
- Bueno, pues ahora solo somos tú y yo Nathaniel.- miro al bebé regordete.
El hombre me da mucho miedo, sólo espero hacer bien mi trabajo para que no me mate.
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Eclipse
Teen FictionMerida, una chica hecha un desastre total, hecha un remolino y llena de energía. Luca, un chico cuyo pasado es doloroso y su vida no es de color de rosa como la de ella. Son dos personas completamente distintas, con personalidades muy diferentes y...