Último capítulo

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De: Luca.

Para: Mi luz.

¿Por dónde comienzo esto?

Tal vez desde la vez que nos conocimos.

Recuerdo a la perfección ese día, recuerdo tus ojos llenos de preocupación por saber si yo estaba bien y tus manos sobre las mías mientras revisabas mis heridas.

¿Fue curioso sabes?

Porque desde el momento en el que toque aquella patineta tuya y me rompí el tobillo supe que las cosas a parir de ahí no iban a ser iguales.

¿Y sabes por qué no?

Porque en cuanto nuestros ojos se cruzaron sentí una punzada en el pecho, era algo pequeño, pero ahí estaba, lista para hacerse más grande con el paso del tiempo.

Y vaya que tuve razón porque ese cosquilleo se hacia más intenso cada vez que te veía, cada vez que me dedicabas una de esas sonrisas que me dejaban en otro mundo, cuando tus ojos me miraban con intensidad.

Esos ojos... vaya que amo esos ojos miel con un poco de amarillo, verde y una pizca de azul.

Siempre he dicho que son una explosión de colores, y tengo razón, son como si un pintor hubiera derramado todos esos tonos en tus bellos ojos y el resultado fue precioso.

Siempre te catalogue como la chica hecha un remolino.

Y lo eres, pero es algo bueno porque fuiste ese remolino que me saco de mi oscuridad, de mi dolor y curo mis heridas.

Fuiste ese remolino que puso de cabeza mi vida.

Y agradezco que te hayas cruzado conmigo y no me hayas dejado tirado en el piso con un tobillo roto.

La verdad no sé que habría hecho si nuestros caminos jamás se hubieran encontrado.

¿Seguiría encerrado en mi caparazón?

¿Seguiría sumido en mi dolor?

¿Seguiría oculto en la oscuridad?

No tengo ni idea, pero lo que sí sé, es que gracias a La Luz que irradias cada vez que estoy cerca de ti, haces que mi vida se ilumine un poco.

Luz y oscuridad.

¿Lo recuerdas?

¿Recuerdas que me llevaste a planetario y me ensañaste cómo me veías desde tus ojos?

Yo sí, recuerdo cada detalle.

Desde el aroma que desprendías ese día, que era a miel hasta el brillo que tus iris emanaban.

¿Y sabes qué pensé después de ese encuentro?

Que tú y yo somos como el sol y la luna, separados, diferentes y con una personalidad distinta.

Pero eso no es malo, ¿sabes por qué no?

Porque aunque los dos son distintos, cada cierto tiempo se juntan, sus caminos se cruzan y forman una de las vistas más maravillosas presenciadas por el ser humano.

Creando un eclipse.

Fin

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